Los testimonios de los jóvenes ante el papa Francisco durante la vigilia son una tradición en cada JMJ. En la de Lisboa, lo hicieron António y Marta.
António, un portugués de 33 años, tuvo un accidente de coche que cambió el sentido de su vida.
La persona de Jesús siempre ha estado presente a lo largo de mi vida, empezando por la enseñanza y testimonio de Fe que recibí de mi abuela. Pero en verdad, Cristo fue muchas veces una buena referencia, pero no alguien con quien confrontara mis caminos y sueños. Sin ser muy consciente de ello, tenía mis planes.... míos, no con Él ni desde Él. Incluso me animaba a pensar en los demás, a implicarme en proyectos sociales y políticos que buscaran el bien común. Pero todo era mío.
En la universidad, me apunté a una semana de misión. Allí me acerqué conscientemente a Cristo y a la Iglesia, pero el sentido de mi vida seguía centrado en mí. Una tarde de agosto de 2011, mientras viajaba solo en mi coche, me quedé dormido. Cuando desperté en la ambulancia -y al tomar conciencia de la gravedad del accidente- me di cuenta de que podría haber muerto en ese accidente. Me di cuenta
que si mi peregrinaje por la tierra hubiera terminado en ese momento, mi vida 'no habría merecido la pena'. La sensación de que la vida pasaba de largo me hizo querer acogerla de otra manera y enfrentarme a preguntas que hasta entonces había evitado. Preguntas como: 'Señor, ¿qué quieres que haga?' Fue entonces cuando la alegría del encuentro con Cristo empezó a llenar mi corazón y a hacerme querer llevar esta alegría a los demás.
Así que en 2012 entré en el seminario. Viví un camino de encuentro: un encuentro conmigo mismo, pero sobre todo pude pero sobre todo pude encontrarme con Cristo y con su Iglesia de una manera más verdadera. Y qué belleza es este encuentro con Cristo y con la Iglesia. En mi fragilidad pude reconocer cómo Jesús y la Iglesia me aman y caminan conmigo, y creció el deseo de llevar esta experiencia a otros. En 2017, con las dudas del camino, dejé el seminario. Pero Cristo no me abandonó, como no abandona a nadie. Fuera del seminario, seguí muy involucrado en actividades pastorales y tuve la oportunidad de ir a la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá. Dios es fiel y de mis pasos, más o menos acertados, hizo un camino. Volví al Seminario en 2019 y me ordené en 2021 para intentar llevar a otros la alegría de encontrarse con Cristo, de ser encontrados por Él. Una alegría que no es pasajera, una alegría que se me ofrece desde el cielo.
KG/CA
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