En papamóvil y entre los cánticos de cientos de miles de jóvenes de países de todo el mundo. Así llegaba Francisco a la ceremonia de apertura de la JMJ de Lisboa.
Un grupo de jóvenes de varias nacionalidades expresó al papa sus preocupaciones mediante cartas personales leídas en varios idiomas. Después, una religiosa se las entregó a Francisco.
Durante su discurso, el pontífice respondió a las inquietudes de algunos jóvenes, que tenían el miedo de no ser aceptados, o que expresaban que en sus parroquias no había espacio para el error.
FRANCISCO
En la Iglesia hay espacio para todos. “Padre, pero yo soy un desgraciado; soy una desgraciada, ¿hay lugar para mí? Hay lugar para todos. Todos juntos, cada uno en su lengua. Cada uno en su lengua, repita conmigo: “Todos, todos, todos” (“Todos, todos, todos”). No se oye, otra vez: “Todos, todos todos”. Y es la Iglesia, la madre de todos. Hay lugar para todos.
Este fue el mensaje que quiso transmitir Francisco a los jóvenes en el primer encuentro oficial de la JMJ: que no tengan miedo porque para Dios cada persona es un rostro que importa.
FRANCISCO
No tengan miedo. Tengan coraje. Vayan adelante sabiendo que estamos amortizados por el amor que Dios nos tiene. Dios nos ama. Digámoslo juntos todos: “Dios nos ama”.Más fuerte, que no oigo. (Dios nos ama). No se oye acá. Gracias.
Y así, alzando las voces al unísono con las palabras del papa, concluía la ceremonia de apertura de esta Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa.
CA