En 2017, un grupo étnico de Myanmar, conocido como los rohingyas, se enfrentaba a la violencia y el genocidio. Por ello, se vio obligado a huir. Ahora, seis años después, casi un millón de rohingyas siguen viviendo en condiciones que ponen en peligro su vida en los extensos campos de refugiados de Bangladesh.
Su difícil situación ha sido siempre un tema muy cercano al corazón de Francisco.
FRANCISCO
Al renovar mi cercanía a estas poblaciones, hago un llamamiento a los responsables para que faciliten el acceso a la ayuda humanitaria, y apelo al sentido de la solidaridad humana y eclesial para que acudan en ayuda de estos hermanos y hermanas nuestros.
Pero Francisco no es el único preocupado por su situación: UNICEF, la rama de la ONU para la infancia, también ha estado ayudando a mejorar sus circunstancias. La semana pasada, un número récord de 300.000 niños asistió a su primer día de escuela.
Ahora que las aulas de los campos de refugiados de Bangladesh están llenas con cientos de miles de niños rohingya, los representantes de UNICEF creen que el hecho de ir a la escuela puede asegurarles un futuro mejor el día que puedan volver a Myanmar.
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TR: CA