Rodeados de pinturas de Goya, El Greco o Zurbarán, y acogidos por los padres franciscanos del monasterio de Guadalupe, ubicado en Cáceres, más de 130 personas vivirán este verano una experiencia única: una escuela que combina el arte con lo sagrado.
JAVIER VIVER
Director, Observatorio de lo Invisible
Tanto el arte como la espiritualidad tienen como objeto observar lo invisible, o sea, descubrir todo eso que forma parte del misterio, y que el arte tiene esa peculiaridad alucinante de ponernos en la presencia de ese misterio.
El enfoque es parecido todos los años, aunque en cada edición se le da un matiz nuevo. El tema de este año es 'María, templo del arte'. Una de las actividades la protagonizan el pintor Santiago Ydáñez y el artista flamenco 'el niño de Elche'.
JAVIER VIVER
Director, Observatorio de lo Invisible
Santiago quiere pintar una dolorosa y 'el niño' le va a poner música. Va a hacer una saeta improvisada, según lo que vaya pintando Santiago.
Lo que se vive en estos talleres va más allá del arte. Se comparten momentos muy especiales. Además, se realizan actividades especiales, como una oración polifónica.
JAVIER VIVER
Director, Observatorio de lo Invisible
Esa se lleva a cabo desde un café, una conversación que tienes con alguien, que se ha iniciado a lo mejor en un taller, y luego la continuas en la sobremesa.
Luego, hay otros momentos especiales de mucha espiritualidad. Hay una oración polifónica todas las tardes, antes de la cena, en la que, de repente, todo el mundo une sus voces y se crea esa cosa tan maravillosa que surge en la polifonía cuando todos, digamos, crean una armonía.
Los observadores de los invisible crean y aprenden en un lugar incomparable, un centro histórico de espiritualidad y creación artística en el que se integran la mejor tradición pictórica, escultórica, arquitectónica y musical.
CA
