Angelo Arrigoni tiene 79 años y toda una vida dedicada al oficio del pan. Veía cómo su abuela y su padre servían a un cliente muy especial, que vivía en el Vaticano, y al que le tenían que llevar el pan como si fuese oro por el miedo de la época al envenenamiento.
ANGELO ARRIGONI
Panadero de los papas
En 1930, empezamos a servir a los papas con Pío XI. Entonces, venía una persona de confianza del Vaticano con un maletín cerrado, como si fuera un cofre. Mi abuela o mi padre tenían la llave, por lo que lo abrían, metían el pan y lo llevaban a la casa del papa.
93 años ha estado sirviendo esta panadería romana, situada cerca del Vaticano, a los diferentes papas. Cada uno con un gusto muy particular.
ANGELO ARRIGONI
Panadero de los papas
Con Pío XI, yo no había nacido, pero de Pío XII, yo era muy pequeño, recuerdo que le gustaba el pan de aceite, que entonces era de rábano picante. Juan XXIII solía tomar biscotes pequeños y bocadillos.
Y, precisamente, su primer encuentro con un papa fue con Juan XXIII.
ANGELO ARRIGONI
Panadero de los papas
Las monjas me abrieron la puerta, les di el pan y, cuando iba por el pasillo, el papa me vio. Las monjas me dijeron:“El Santo Padre quiere hablar contigo”. Cuando volví a la panadería, mi padre me dijo: “¡Pero cuánto has tardado! Date prisa, que tienes que ir a la escuela”. Y yo le contesté: “Papá, he estado hablando con el Santo Padre”. No me acuerdo de la conversación con el papa porque estaba muy emocionado.
También recuerda a Benedicto XVI porque iba a comprar pan cuando era cardenal.
ANGELO ARRIGONI
Panadero de los papas
Ratzinger venía aquí cuando era cardenal, pero yo no sabía que lo era porque venía vestido normal. Venía una vez a la semana y se llevaba su pan.
Cuando Francisco fue elegido papa, Angelo le hizo llegar un tipo de pan que le recordase a su tierra natal.
ANGELO ARRIGONI
Panadero de los papas
Cuando me enteré de que el nuevo papa que venía era de Argentina, inmediatamente me informé con argentinos que viven aquí para saber qué tipo de pan se hace allí. Me dispuse a hacerlo, pero Francisco me contestó que cualquier pan le servía, que no quería uno hecho exclusivamente para él.
Ahora esta panadería cierra la persiana debido a la falta de ayudas para que el negocio se mantenga y a que nadie se la quiere quedar.
Por lo que no solo en el Vaticano. Los vecinos romanos del Borgo Pío también echarán de menos el histórico pan de Angelo Arrigona.
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