Francisco ya está de vacaciones, aunque la cita ineludible en su agenda es el rezo del Ángelus cada domingo. La plaza de San Pedro estaba llena de peregrinos que aguantaron las altas temperaturas del verano romano para escuchar al pontífice.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El papa reflexionó sobre el evangelio del día, que se centró en la figura del profeta, y planteó la siguiente pregunta.
FRANCISCO
Pero, ¿quién es el profeta? Hay quien lo imagina como una especie de mago que predice el futuro; pero esta es una idea supersticiosa y el cristiano no cree en las supersticiones, como la magia, las cartas, los horóscopos o cosas similares. Entre paréntesis: muchos, muchos cristianos van a que les lean las manos… ¡Por favor!
Ante esto, Francisco explicó que profeta es cada persona que ha recibido el bautismo y, por consiguiente, también la misión de la profecía. Pero no solo eso, habló de la importancia de que los cristianos se acojan los unos a los otros en todos los ámbitos de la Iglesia y, sobre todo, se escuchen.
FRANCISCO
¡Pensemos en cuántos conflictos se podrían evitar y resolver así, poniéndose en escucha de los demás con el sincero deseo de comprenderse! Preguntémonos entonces: ¿Yo sé acoger a los hermanos y a las hermanas como dones proféticos? ¿Creo que los necesito? ¿Los escucho con respeto, con el deseo de aprender? Porque cada uno de nosotros necesita aprender de los demás, cada uno de nosotros necesita aprender de los demás.
Después del Ángelus, el papa pidió que nadie se canse de rezar por la paz, no solo en Ucrania, sino también en todas aquellas guerras o conflictos que son, a menudo, olvidados por la sociedad.
CA