Durante el ángelus en la fiesta de San Pedro y San Pablo, Francisco volvió a recordar que el primer papa era un hombre frágil.
FRANCISCO
No es un superhombre. Es un hombre como nosotros, como cada uno de nosotros, que dice “sí” a Jesús con generosidad en su imperfección.
Por eso quiso animar a los presentes a no dejarse intimidar por sus propios defectos a la hora de intentar vivir la fe con profundidad.
El día tuvo un profundo sabor ecuménico. Hasta Roma se había desplazado una delegación del patriarcado ortodoxo de Constantinopla, a quien Francisco quiso saludar ante los fieles.
FRANCISCO
Renuevo mi saludo a la delegación del patriarcado Ecuménico de Constantinopla, que participó en la fiesta de hoy, y mando un abrazo a mi querido hermano, Su Santidad, Bartolomé.
Tras estas palabras el papa se despidió de los presentes hasta el próximo evento público.
JRB