Año 1980. Buenos Aires. Una noche, el sacerdote de 43 años, Jorge Mario Bergoglio, es internado de urgencia por una infección abdominal grave. Su médico, el Dr. José Di Lorio, llama a su compañero, el Dr. Juan Carlos Parodi para que lo examine.
DR. JUAN CARLOS PARODI
Cirujano argentino (1980)
Realmente estaba muy enfermo, con una reacción peritoneal, temperatura alta, deshidratado, y le dije que requería hidratarlo, darle antibióticos, y operarlo porque se notaba que ya era vía biliar; el dolor era, sobre todo, del cuadrante superior derecho, que es donde está la vesícula, y el diagnóstico era más o menos claro. No era dudoso. Y la reacción peritoneal hablaba de que había un compromiso del peritoneo.
Bergoglio fue a pagarle al Dr. Parodi, pero este se negó a recibir nada a cambio. Decía que era un agradecimiento por todo lo que había hecho este sacerdote por los pobres en Buenos Aires. Bergoglio se marchó, pero regresó al poco tiempo con un regalo muy especial.
DR. JUAN CARLOS PARODI
Cirujano argentino (1980)
Volvió al rato, había salido, y trajo que se llama 'La historia de San Ignacio de Loyola', que San Ignacio de Loyola fue el creador de la orden de los Jesuitas, y me lo dedicó y todavía lo conservo.
33 años más tarde, volvió a sonar el teléfono de aquel médico, el Dr. Di Lorio. Era el 13 de marzo de 2013 y, ante una plaza de San Pedro abarrotada de peregrinos, salió al balcón el nuevo papa: argentino, jesuita, de nombre Jorge Mario Bergoglio y, desde entonces, Francisco.
DR. JUAN CARLOS PARODI
Cirujano argentino (1980)
Él me llamó y me dijo: “¿Sabes quién es el nuevo papa? ¿Recuerdas a aquel sacerdote que operaste? Ahí obviamente me acordé enseguida porque había sido un episodio realmente memorable para mí.
Al año siguiente, en mayo de 2014, Francisco recibió al Dr. Parodi y a su mujer en su residencia en Casa Santa Marta. Una reacción por parte del papa que no se esperaba el Dr. Parodi.
DR. JUAN CARLOS PARODI
Cirujano argentino (1980)
Nos estamos a esperarlo y en cuanto apareció fue una emoción increíble, que con una sonrisa muy amplia me abrazó y me dijo: “Tú me has salvado la vida y no has querido ninguna recompensa por tu trabajo. Y yo le dije que la recompensa había sido la satisfacción de verlo recuperar tan rápido”.
El Dr. Parodi cuenta que mantienen de vez en cuando el contacto y que, para él, Francisco es un hombre único.
CA