Como hizo en otras ocasiones, Francisco presidió la celebración litúrgica pero no fue el celebrante principal de la misa. El motivo es la edad y, sobre todo el problema en la rodilla que le impide caminar con soltura.
Últimamente se le ve más con el bastón que con la silla de ruedas pero nunca en eventos de larga duración como este.
En todo caso él fue quien pronunció la homilía. Era el día de Pentecostés, y el papa reflexionó en la capacidad del Espíritu Santo para crear armonía dentro de la Iglesia, al contrario que el diablo.
FRANCISCO
En realidad, el que alimenta nuestras hostilidades es el espíritu de la división, el diablo, cuyo nombre significa precisamente eso: “el que divide”.
El papa dijo que el Espíritu Santo debe ayudar a no caer en el secularismo actual. Por ejemplo, de cara al próximo sínodo, alertó del peligro de dejarse cegar por agendas que no van en la línea cristiana.
FRANCISCO
El sínodo en curso es, y debe ser, un camino según el Espíritu. No un parlamento para reclamar derechos y necesidades según la agenda del mundo. No debe ser la ocasión para ir a donde lleve el viento, sino la oportunidad para ser dóciles al soplo del Espíritu Santo.
Aunque por otro lado, el papa también alertó contra la postura contraria. La de cerrarse al Espíritu Santo porque detrás de toda novedad se ve una amenaza.
FRANCISCO
(El Espíritu Santo) no borra las diferencias, las culturas, sino que armoniza todo sin homologar, sin uniformar. Y eso debe hacernos pensar en este momento, en el que la tentación del “mirar atrás” intenta homologar todo en disciplinas centradas en la apariencia, sin sustancia.
El papa dijo que cada cristiano debe descubrir el papel que el Espíritu Santo tiene en su día a día.
JRB