El Papa Francisco visitó la Iglesia de Santa Isabel de Hungría para reunirse con refugiados y personas necesitadas. Al entrar, bendijo y besó a los niños.
Durante el encuentro, cuatro grupos dieron su testimonio, entre ellos un padre ucraniano y su familia. Emigraron a Hungría durante la invasión rusa del año pasado.
Dos de sus hijos interpretaron una canción en agradecimiento por la ayuda que les ofreció Cáritas Hungría cuando llegaron al país.
El Papa Francisco reflexionó sobre la necesidad de hablar el lenguaje universal de la caridad. Dijo que todas las personas, cristianas y no cristianas, deben ayudar a los necesitados, física, mental y espiritualmente.
¡No es suficiente dar el pan que alimenta el estómago, es necesario alimentar el corazón de las personas! La caridad no es una simple asistencia material y social, sino que se preocupa de toda la persona y desea volver a ponerla en pie con el amor de Jesús: un amor que ayuda a recuperar belleza y dignidad.
El papa dijo que la gente debe tener el valor de mirar a los ojos a los necesitados y estar dispuestos a tocarlos.
No se puede dar limosna a distancia sin tocar. Tocar y mirar. Tocando y mirando inicias un viaje con esa persona necesitada que te hará darte cuenta de lo necesitada que está.
Francisco agradeció al pueblo húngaro su generosidad en la acogida de más de dos millones de refugiados ucranianos desde la invasión del año pasado.
El papa salió de la Iglesia de Santa Isabel de Hungría en su silla de ruedas. Se dirigió a la Iglesia de la Protección de la Madre de Dios para saludar a la comunidad greco-católica.
En el breve encuentro, el Arzobispo Metropolitano de Hajdúdorog le dio la bienvenida. Un grupo de niños le llevaron regalos.
Para terminar, el pontífice recibió una cruz y pronunció la bendición final en latín.
KG
TR: PA