Francisco se reunió con varias familias de refugiados que han llegado a Europa a través de los corredores humanitarios promovidos, entre otras organizaciones, por la Comunidad de Sant'Egidio.
Anna, su marido Subhi y su hija Pamela le contaron al Papa cómo fue dejar Aleppo.
Pienso muy a menudo en mi ciudad, era preciosa. No queríamos abandonarla, resistimos allí hasta 2016.
En un primer momento se refugiaron en el Líbano, pero la explosión del puerto de Beirut les hizo finalmente instalarse en Italia en 2020.
También dieron su testimonio Mattia y su familia. Son italianos de la región las Marcas y en 2018 abrieron su casa a una familia siria.
Estamos aquí en representación de las familias que no han tenido miedo de abrir sus puertas y dar acogida.
Francisco agradeció a las Cáritas, instituciones de Iglesia y diferentes gobiernos su apoyo a los corredores humanitarios que desde 2016 ofrecen una alternativa a la peligrosa ruta por el Mediterráneo. También condenó los campos de internamiento para refugiados en Libia.
FRANCISCO
Cada uno de vosotros merece atención por la dura historia que ha vivido. En particular me gustaría recordar a quienes han pasado por los campos de detención en Libia.
El Papa dijo que no basta con permitir a los refugiados llegar a países más seguros. Una vez en Europa, las autoridades siguen teniendo más responsabilidades.
FRANCISCO
Y se trabaja por la integración y esto es importante. Para acabar, integrar. No solo salvar sino integrar, integrar es parte de la salvación.
La acogida es el primer paso por la paz.
Por último Francisco pidió que cada uno rezara el Padrenuestro en su idioma y saludó a los más pequeños.
RM