El papa Francisco llegó a la iglesia de Santa Maria delle Grazie al Trionfale de Roma en su clásico Fiat 500 blanco. Antes de entrar en la iglesia, el Papa se tomó su tiempo para saludar a la multitud que le esperaba fuera.
Una vez dentro, pasó unos momentos orando ante María en la capilla del Santísimo Sacramento.
Luego saludó a los presentes en la Iglesia en su silla de ruedas, entre los compases entonados por el coro.
Tras las lecturas, el Papa Francisco reflexionó sobre la escena del Evangelio del fariseo y el publicano que fueron a rezar. Llamó a los presentes a no ser como el fariseo, que rezaba creyéndose mejor que los demás.
FRANCISCO
Soy engreído. Me creo mejor que los demás. Miro a alguien así, con un poco de desdén.
Si tu corazón es así, irás al infierno. Para acercarte a Dios, di: Señor, soy el primero entre los pecadores.
El Papa no sólo retó a los laicos a ser misericordiosos. Sino que animó a los sacerdotes a perdonar todos los pecados sin juzgarlos en el Sacramento de la Confesión.
FRANCISCO
Y aquí me dirijo hoy a mis hermanos confesores. Por favor hermanos, perdonen todo.
Deja que la gente diga sus cosas. Y ustedes lo reciben como Jesús con la caricia de vuestra mirada, con el silencio de vuestra comprensión. Por favor, el Sacramento de la Confesión no es para torturar, sino para dar paz.
Tras la homilía del Papa, toda la Iglesia guardó silencio para hacer examen de conciencia. A continuación, el párroco sacó la custodia con la Eucaristía para un tiempo de adoración.
El Papa Francisco rezó en silencio y luego fue a escuchar confesores.
KG
TR: DA