Ilona y Mikhailo vienen de los alrededores de Odessa. Dejaron Ucrania hace casi un año porque la guerra reservó solo para emergencias los hospitales donde controlaban la hidrocefalia del pequeño.
En busca de mejores cuidados cruzaron la frontera polaca en tren, volaron a Roma y, tras unos meses en el hospital pediátrico Bambino Gesù, ahora viven con Paola, una italiana que participa del proyecto de acogida Cáritas Roma y se ha convertido en su abuela.
ILONA BURYMENKO
Refugiada
Ah, Paola es muy buena persona. Muy buena. Ella es como una abuela para Mikhailo. Estoy muy feliz de vivir con Paola.
Ha hecho de todo, nos ha enseñado, nos ha ayudado, va con nosotros a rehabilitación y me ayudó a encontrar un doctor.
Ilona cuenta que la saturación de los recursos de acogida provocó que durante sus primeros meses no aprendiera mucho italiano, pero desde que vive con Paola ha notado un gran avance. A Paola también le viene bien porque está atravesando un duelo y necesita compañía y abrirse a los demás.
PAOLA SPOSATO
Para mí Ilona y el niño han sido un empujón muy positivo porque vengo de un periodo muy malo. Hace menos de un año perdí una de mis hijas de un tumor muy feo y, al acogerlos en casa, me distrae el pequeño, su sonrisa... Me ayuda mucho a superar un periodo negativo.
Yo digo que es necesario acoger porque no es solo un bien que se da, también es un bien que se recibe.
La italiana reconoce que ha tenido mucha suerte con la madre y el hijo que han llegado a su casa, pero aun así anima a más gente a arriesgarse y acoger como ella porque la ha hecho mucho bien.
Por su parte, la trabajadora de Cáritas Roma que tutorea esta acogida considera el caso de Paola, Ilona y Mikhailo muy excepcional. Normalmente la gente no quiere acoger en su casa. Añade que sería lo mejor porque sacar a los refugiados de los albergues a los barrios les ayudaría a establecer relaciones con los vecinos y arraigarse en el territorio. Y es un bien para el que abre su casa.
FRANCESCA PORCELLI
Cáritas Roma
Seguramente la acogida en familia sea desafiante porque puede poner a prueba a quien acoge y al acogido. Pero al mismo tiempo es un regalo recíproco, así que consigue seguramente hacer crecer también a quien acoge.
Estas tres mujeres esperan que su historia sirva como ejemplo para que muchas más personas se lancen a la aventura de la acogida.
RM
