La Cuaresma en el Vaticano comenzó con esta procesión desde la basílica de San Anselmo hasta la de Santa Sabina. Es cuesta arriba para simbolizar el esfuerzo propio de este tiempo litúrgico y, por sus problemas de rodilla, el Papa no pudo participar.
Francisco se incorporó directamente a la basílica de Santa Sabina, donde presidió la celebración eucarística.
Oh, Dios, nuestro padre. Concede al pueblo cristiano iniciar este ayuno con un camino de verdadera conversión para afrontar victoriosamente con las armas de la penitencia el combate contra el espíritu del mal.
El Papa dijo que el ser humano existe gracias a su relación original con Dios y con los demás. Añadió que cualquier presunción de autosuficencia es falsa y que la idolatría del “yo” nos encierra en la soledad.
FRANCISCO
Mientras con humildad inclinamos la cabeza para recibir las cenizas, traigamos a la memoria del corazón esta verdad: somos del Señor, le pertenecemos a Él.
Francisco pidió no caer en la tentación de creernos los primeros de la clase y pidió luchar en Cuaresma contra la hipocresía. Pero no la de los demás sino la propia.
FRANCISCO
Nosotros usamos maquillaje para creernos mejores de lo que somos. Somos polvo.
El Papa invitó a vivir la Cuaresma con la limosna, la oración y el ayuno. Los definió como clásicos que no necesitan ninguna innovación. Dijo que la limosna no es un gesto rápido para sentirse bien sino acariciar las lágrimas de los pobres, que la oración es un diálogo sincero con Dios y que el ayuno no es un adorno sino vivir con el corazón lo que pasa en el resto del mundo.
Por último, dio ejemplo poniéndose la ceniza.
RM