En su último día en la República Democrática del Congo, Francisco se reunió con los obispos del país. Elogió la aportación que la fe en África hace a los católicos del mundo.
FRANCISCO
Así veo a esta Iglesia congoleña: una Iglesia joven, dinámica, alegre, animada por el anhelo misionero.
Y por eso precisamente como vuestros bosques, con tanto oxígeno. Gracias porque sois un pulmón que da respiro a la Iglesia universal.
Aun así, Francisco lamentó que la comunidad del país atraviese tantos problemas.
FRANCISCO
Vuestro rostro joven, luminoso y bonito está de hecho surcado por el dolor y el cansancio, marcado a veces por el miedo y el desánimo. Es el rostro de una Iglesia que sufre por su pueblo.
El Papa les dijo que Jesús les acompaña en ese sufrimiento y que estaban llamados a vivir su ministerio en un contexto tan convulso como el que tienen. Les puso el ejemplo del profeta Jeremías, que tuvo una experiencia de Dios y llevó un mensaje de paz en tiempos de guerra.
Francisco les animó a predicar la profecía de un Congo sin violencia con la tranquilidad de que no están haciendo política. Les dijo que en su lugar, es una acción evangélica. Y les pidió predicar este mensaje unidos a los sacerdotes.
FRANCISCO
Cercanía sobre todo con los sacerdotes. Los sacerdotes son los primeros cerca de un obispo.
Por último, antes de marcharse les animó a dar testimonio y crear comunión con una administración moral de los bienes.
Una vez en el aeropuerto, Francisco tuvo un encuentro con el presidente de la República, saludó a la Guardia de Honor y puso rumbo a Sudán del Sur, donde estará hasta el 5 de febrero.
RM