En la nunciatura apostólica de la República Democrática del Congo, el Papa se reunió con víctimas del conflicto latente en la parte oriental del país.
Una de ellas fue Ladislas Kambale Kombi, un granjero de 17 años. Su padre y su hermano fueron asesinados y su madre secuestrada. Él, al igual que otros dos jóvenes que le acompañaban, ha perdonado a los agresores.
Es difícil entender tanta maldad, una brutalidad casi animal. Santo Padre, agradecemos que haya venido a consolarnos.
Emelda M'karhungulu contó los horrores que sufrió su pueblo tras una incursión en 2005. Ella tenía 16 años.
Fui retenida como esclava sexual durante tres meses. Cada día, entre cinco y diez hombres abusaban de cada una de nosotras. Nos obligaban a comer pasta de maíz con la carne de las personas asesinadas. Otras veces mezclaban la carne de esa gente con la de animales y era nuestra comida diaria.
Después de cada testimonio, los supervivientes ofrecieron los objetos de sus agresores como símbolo de perdón: machetes, ropa, martillos e incluso una alfombra sobre la que violaron.
El Papa condenó la violencia y destrucción. Expresó su solidaridad con las víctimas diciendo que la Iglesia siempre estará de su lado.
FRANCISCO
A vosotros, queridos habitantes del este, os quiero decir: estoy cerca de vosotros. Vuestras lágrimas son mis lágrimas, vuestro dolor es mi dolor.
El este de la República Democrática del Congo sufre ataques de varios grupos rebeldes. Últimamente se ha intensificado la tensión con los países fronterizos y tres millones de personas han perdido la vida en los últimos 25 años.
KG
TR: RM