En una entrevista con Associated Press, el Papa confirmó que en caso de que renuncie querrá llamarse obispo emérito de Roma. También dijo que, llegado ese momento, le gustaría ir a vivir en la residencia para sacerdotes ancianos de la diócesis, como haría cualquier otro sacerdote jubilado.
Francisco dijo que para él es importante subrayar el concepto de que el Papa es un obispo en comunión con todos los demás antes que un “actor de poder”.
Al mismo tiempo remarcó que no piensa en renunciar a corto plazo y que está bien de salud, aunque dijo que están volviendo los problemas en el intestino que obligaron a operarlo en 2021.
El pontífice también reveló un dato: que sufrió una caída que le provocó una fractura ósea. Dijo que esta se curó sin necesidad de operar, gracias a una terapia llevada a cabo con láser e imanes.
Probablemente fue este el motivo que le produjo la cojera que lo acompaña desde hace un año.
Con su habitual sentido del humor señaló que “podría morir mañana”, puesto que tiene 86 años, pero que por el momento todo está “bajo control”.
También habló de las críticas que cardenales o personal de la curia han dirigido contra él recientemente y de modo público. Dijo que son desagradables, pero que al menos eso es señal de que hay libertad para hablar.
Una de las críticas vino de parte del exsecretario de Benedicto XVI, que difundió algunas reacciones negativas del Papa emérito ante medidas tomadas por Francisco. Se trata de reacciones que Benedicto XVI nunca hizo públicas y que podrían alimentar el rechazo de Francisco por parte de algunos sectores de la Iglesia.
Otro de los hechos que más impacto han tenido en las últimas semanas en el Vaticano fue la revelación de que el cardenal George Pell fue el autor de un documento muy crítico con el pontificado de Francisco. El documento se había difundido hace tiempo bajo un pseudónimo y enumeraba una serie de problemas que deberían ser resueltos en el futuro por el próximo Papa.
El pontificado de Francisco se definía como “desastre” y como una “catástrofe”. Sin embargo, esta revelación de la autoría del documento se realizó tras la muerte del cardenal Pell, por lo que no hay modo de comprobarlo. Aún así el papa insistió en elogiar al purpurado australiano por su trabajo en las finanzas vaticanas.
JRB
