Para clausurar la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el Papa presidió el rezo de vísperas en la fiesta de la Conversión del apóstol san Pablo.
La basílica de San Pablo Extramuros reunió al Papa con cardenales, obispos y representantes de otras comunidades religiosas. Entre ellos estuvo el metropolita Polykarpos, representante del patriarcado ecuménico y el arzobispo Ian Ernets, representante personal del arzobispo de Canterbury en Roma.
En su homilía, el Papa se centró en dos ideas: corrección y cambio.
En cuanto a la “corrección”, el Papa dijo que Dios se ofende cuando ponemos nuestro modo de ver las cosas por encima de Él y cuando somos indiferentes ante Él. Francisco advirtió sobre la violenta ofensa que es el sacrilegio.
FRANCISCO
El Señor se irrita por la violencia cometida contra el templo de Dios que es el hombre mientras se le adora en los templos construidos por los hombres. Podemos imaginar con cuánto sufrimiento es testigo de las guerras y acciones violentas cometidas por quienes se profesan cristianos.
Francisco insistió en que son contrarias al plan de Dios las expresiones violentas de nacionalismo, las actitudes xenófobas, el odio y el maltrato al diferente.
La segunda palabra sobre la que reflexionó Francisco es “cambio”. Dijo que, una vez que se identifican los errores, es necesario apartarse del pecado. Asimismo advirtió sobre la imposibilidad de cambiar sin la ayuda de Dios y los demás.
FRANCISCO
Sin Dios y su gracia no nos podemos curar del pecado. Su gracia es la fuente de nuestro cambio.
La conversión, esta palabra tan repetida, no siempre es fácil de entender. Se le pide la conversión al pueblo, la conversión tiene una dinámica comunitaria, eclesial. Por eso creemos que también nuestra conversión ecuménica progresa en la medida en que nos reconocemos necesitados de gracia, necesitados de la misma misericordia: reconociendo que todos dependemos de Dios en todo.
Para clausurar las vísperas, el cardenal Kurt Koch, presidente del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, saludó al Papa. Insistió en la importancia de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos en la vida diaria.
Nosotros los cristianos encontraremos la paz entre nosotros si no miramos solo nuestros derechos sino que apreciamos también con gratitud los regalos y riquezas que el Espíritu Santo nos ha confiado a las Iglesias y comunidades, que son un regalo y una riqueza para todos nosotros.
Antes de salir de la basílica, el Papa saludó a diferentes líderes religiosos uno por uno en su silla de ruedas
KG
TR: RM