Cada enero, el papa se reúne con los embajadores ante la Santa Sede. Pronuncia lo que se suele convertir en el discurso más político que del pontífice durante todo el año. En su mensaje recorre todos los problemas políticos y sociales que hay en el mundo, desde las guerras hasta las discriminaciones.
Comenzó por la guerra en Ucrania y manifestó su preocupación por el peligro de un ataque nuclear.
FRANCISCO
No puedo hacer más que insistir en esta sede que poseer armas atómicas es inmoral.
Luego lamentó que el gobierno afgano prohíba a las mujeres el acceso a la universidad.
FRANCISCO
Es inaceptable que parte de la población sea excluida de la educación, como está sucediendo a las mujeres afganas.
Francisco no eludió la crisis de Irán y, de hecho, pidió abolir la pena de muerte.
FRANCISCO
El derecho a la vida está amenazado también donde se continúa a practicar la pena de muerte, como está sucediendo en estos días en Irán, tras las manifestaciones recientes, que piden mayor respeto por la dignidad de la mujer. La pena de muerte no puede ser utilizada para hacer una presunta justicia de estado, porque esta no constituye un disuasivo ni tampoco ofrece justifica a las víctimas, sino que alimenta solo la sed de venganza.
El papa, como hace cada año, critica la cultura del descarte. Concretamente suele denunciar abiertamente la eutanasia y el aborto.
FRANCISCO
La paz exige, ante todo, que se defienda la vida, un bien que hoy está en peligro no solo por las guerras, el hambre y las enfermedades, sino que, demasiado a menudo, desde el seno materno, afirmando un presunto “derecho al aborto”.
Ante los embajadores acreditados ante la Santa Sede el papa también denunció sin tapujos la falta de libertad religiosa que hay en el mundo.
FRANCISCO
No puedo eludir, como algunas estadísticas señalan, el hecho de que un cristiano de cada siete es perseguido.
Y no solo habló de la persecución religiosa. También denunció la discriminación que viven tantos creyentes en otros contextos más pacíficos.
FRANCISCO
La libertad religiosa también está en peligro en aquellos lugares donde los creyentes ven reducida la posibilidad de expresar sus propias convicciones en el ámbito de la vida social, en nombre de un malentendido concepto de inclusión.
El papa criticó los abusos de poder de quienes se aprovechan de la necesidad de los países más necesitados y les ofrecen ayuda a cambio de imponer ciertos programas ideológicos.
FRANCISCO
Corremos el riesgo de seguir una corriente que asume cada vez más el rostro de un totalitarismo ideológico, que promueve la intolerancia contra quienes no abracen esas posiciones de “progreso”, las cuales en realidad parecen llevar a un retroceso de la humanidad, con violación de la libertad de pensamiento y de conciencia.
Al mismo tiempo no se olvidó de pedir el fin de las hostilidades en Siria, entre Israel y Palestina y en otros lugares del mundo azotados por la guerra.
Su discurso estuvo lleno de alusiones a la “Pacem in Terris” de su predecesor Juan XXIII, quien también tuvo que afrontar la amenaza de una guerra nuclear.