Joseph Ratzinger, un tímido profesor al que Juan Pablo II preparó para ser Papa

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08/01/2023
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Cuando era niño, Joseph Ratzinger quería ser pintor de paredes. Pero la vida le llevó por otro lado... 

Como todos los adolescentes en la Alemania de sus tiempos, fue alistado a la fuerza en las juventudes nazis, pero se negó a llevar su uniforme. Pasó la II Guerra Mundial excavando trincheras en Austria y Hungría, y al final decidió desertar. 

Después de la guerra, reconstruyó el edificio del seminario de Freising junto a su hermano y otros futuros sacerdotes. 

MONS. GEORG RATZINGER
Hermano del Papa
“En aquel entonces, al regresar del frente debías demostrar que tenías un empleo, para asegurar que todos participaban en la reconstrucción del país. Estaba destrozado. El rector del seminario dijo: para que no tengáis que iros lejos, donde estéis fuera de lugar, ¿por qué no venís a reconstruir el seminario? Tengo un montón de trabajo para vosotros. Y mi hermano y yo fuimos allí, para ayudar a retirar escombros y a repararlo”.

Durante esos años se entusiasmó definitivamente con la Teología, en la que encontraba respuestas a sus preguntas sobre Dios, la libertad y el dolor. 

Estas imágenes documentan lo que él llamó el día más importante de su vida, cuando fue ordenado sacerdote. 

Pronto comenzó su carrera académica. A lo largo de 20 años fue profesor en las universidades de Bonn, Münster, Tubinga y Ratisbona. 

PAUL BADDE
Vaticanista
“Tenía una gran pasión: no era ni comer ni beber. Era dar clases en la universidad. Él era el mayor experto de la Teología”.

En los años 60, el cardenal de Colonia le pidió que le acompañara al Concilio Vaticano II, como asesor teológico, y desde entonces la ciudad de Roma puso sus ojos en él.

Pablo VI le hizo arzobispo de Munich y cardenal. Juan Pablo II lo llevó definitivamente a la Ciudad Eterna como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el antiguo Santo Oficio. 

El Papa le confió misiones delicadas como la redacción de un nuevo Catecismo (el anterior tenía ya 4 siglos), o las relaciones con los Tradicionalistas y también con los autores de la Teología de la Liberación.

No lo sabía, pero se estaba preparando para la misión más difícil de su vida. La que le llegó el 19 de abril de 2005. 

“Después del gran papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí-, un sencillo y humilde trabajador de la viña del Señor. Me consuela el hecho de que el Señor sabe actuar con instrumentos insuficientes y sobre todo confío en vuestras oraciones”.

A sus 78 años, soñaba con regresar a Baviera y retirarse a una vida tranquila. Tenía lista esta casa en el campo y varios proyectos de libros en la cabeza. 

PAUL BADDE
Vaticanista
“Es un profesor nato... Amaba enseñar. Buscar la verdad y, aún más, mostrar la verdad. Enseñar lo que había descubierto. Es un profesor nato”.

Durante su pontificado, Benedicto XVI fue un papa tímido, sabio e incomprendido. Un profesor que quiso salvar la cultura de su tiempo, que impresionó por la lucidez de su razonamiento, pero que quizá no consiguió llegar al corazón de su gente. 

El gesto más importante de su pontificado fue este, con el que revolucionó a la Iglesia católica. 

BENEDICTO XVI
“Tras haber examinado mi conciencia ante Dios en repetidas ocasiones, he llegado a la certeza de que mis fuerzas, a causa de la edad avanzada, no son apropiadas para ejercitar en modo adecuado el ministerio petrino”.

Como Papa emérito, Benedicto XVI no dejó de escribir. Publicó tres artículos: uno sobre las raíces de la crisis de abusos, otro sobre el celibato sacerdotal y otro sobre las consecuencias antropológicas del matrimonio entre personas del mismo sexo.

Benedicto XVI intentó llevar una vida discreta, aunque no siempre pudo ser así.

A principios de 2022 los abogados que redactaron un informe sobre abusos sexuales en la archidiócesis de Múnich-Frisinga, señalaron que el Papa emérito había gestionado mal hasta cuatro casos. Todo ocurrió durante su corta etapa de arzobispo a finales de los años 70.

Benedicto XVI encargó a un grupo de expertos de confianza estudiar las acusaciones. 

STEFAN MÜCKL
Colaborador de Benedicto XVI
No hay ninguna evidencia ni prueba (que sostenga las acusaciones). Uno de los abogados lo dijo durante la presentación del informe. Exponen “su opinión”, y es una opinión muy discutible. Porque después de leer las actas y la revisión de las conclusiones del informe, no he encontrado ninguna prueba de que el entonces arzobispo Ratzinger conociera estos episodios.

El Papa emérito publicó además una carta en la que lamentaba la crisis de los abusos en la Iglesia y en la que dejaba en manos de Dios los aciertos y errores de su vida.

JMB

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