Roma se preparó para despedir a Benedicto XVI en su austero funeral en una mañana muy nublada. Al inicio de la Misa, un grupo de mayordomos vaticanos transportaron el féretro de Benedicto XVI hasta el altar.
El arzobispo Georg Gänswein, secretario personal del papa emérito, se arrodilló ante el ataúd y lo besó.
Cardenales de todo el mundo acudieron a Roma para concelebrar la Misa exequial. También representantes de comunidades orientales como la Iglesia greco-católica ucraniana. El obispo Kenneth Nowakowski estuvo en representación del arzobispo mayor Sviatoslav Shevchuk.
Aparte de líderes religiosos, también hubo jefes de Estado como Sergio Mattarella, presidente de la República de Italia, y Giorgia Meloni, su primera ministra.
En su homilía, el Papa Francisco elogió todas las formas en que Benedicto XVI se entregó a la Iglesia.
FRANCISCO
Entrega agradecida de servicio al Señor y a su Pueblo, que nace por haber acogido un don totalmente gratuito: “Tú me perteneces... tú les perteneces”, susurra el Señor.
El Papa también subrayó el profundo espíritu de oración de Benedicto XVI, quien dedicó sus últimos diez años a rezar retirado en el monasterio Mater Ecclesiae.
FRANCISCO
Fecundidad invisible e inaferrable, que nace de saber en qué manos se ha puesto la confianza. Confianza orante y adoradora, capaz de interpretar las acciones del pastor y ajustar su corazón y sus decisiones a los tiempos de Dios.
Francisco pidió al pueblo reunido que mostraran al papa emérito su amor con la misma sabiduría, delicadeza y dedicación que él tuvo en vida.
Y deseó a su predecesor el feliz encuentro con Dios que llevaba años esperando.
FRANCISCO
Benedicto, fiel amigo del Esposo, que tu gozo sea perfecto al oír definitivamente y para siempre su voz.
Por último, Francisco pronunció una plegaria en latín pidiéndole a Dios que dejara entrar al Papa emérito en el Cielo.
Al final de la celebración, los mayordomos vaticanos se llevaron el féretro a la cripta de los Papas, donde Benedicto XVI fue enterrado muy cerca de Juan Pablo I y de San Pedro.
La asistencia al funeral fue tal y como esperaba el Comité Provincial de Orden y Seguridad convocado en Roma tras la muerte del pontífice emérito. En torno a unas 60.000 personas.
Rodrigo Moreno Quicios
