Francisco entró entre aplausos en el Aula Pablo VI del Vaticano acompañado de su bastón para comenzar su audiencia general. Antes de comenzar su catequesis, quiso pedir oraciones por Benedicto XVI.
FRANCISCO
Antes de empezar esta catequesis me gustaría que nos uniéramos a todos los que, aquí al lado, están rindiendo homenaje a Benedicto XVI y dirigir un pensamiento a él, que fue un grande maestro de catequesis.
El Papa dijo que el pensamiento de Benedicto XVI no fue autorreferencial sino profundamente eclesial y que ayudó a los creyentes a encontrarse con Jesús “tomándolos de la mano”. También que, con su consejo, los cristianos pudieron “redescubrir en Jesús la alegría de creer y la esperanza de vivir”.
Francisco dedicó su última catequesis sobre el discernimiento al acompañamiento espiritual. Aunque tenía un texto preparado, el mejor ejemplo sobre la labor de un guía o director espiritual lo dio con una improvisación.
FRANCISCO
Mirarse al espejo uno solo ni siempre ayuda porque uno puede fantasear con su propia imagen. En su lugar, mirarse al espejo con la ayuda de otro ayuda mucho porque el otro te dice la verdad si es sincero.
El Papa explicó que, para un verdadero discernimiento, es imprescindible conocerse a sí mismo, para lo que la ayuda de un acompañante es imprescindible. Francisco animó a compartirle los aspectos más débiles de nuestra vida sin el temor a ser juzgados. Dijo que la fragilidad es nuestro tesoro más precioso.
FRANCISCO
Cuidado con las personas que no se sienten frágiles. Son duras, dictatoriales. En su lugar, las personas que con humildad reconocen su propia fragilidad son mucho más comprensivas con los demás. La fragilidad, puedo decir, nos hace humanos.
El Papa recordó que la primera tentación de Jesús en el desierto fue la de la fama y renunciar a su fragilidad. Y que se encarnó precisamente en niño para abrazar nuestras debilidades.
También invitó a confiar nuestros pensamientos más tristes y rumiativos a un confidente para que nos señale lo erróneos que son. Los llamó incluso “venenosos”.
FRANCISCO
Cuántas veces, en momentos oscuros, nos brota pensar así. “Me equivoco en todo, no valgo nada, nadie me entiende, jamás lo conseguiré, estoy abocado al fracaso”. Cuántas veces nos viene pensar estas cosas. Pensamientos falsos y venenosos que el diálogo con otros nos ayuda a desenmascarar para que podamos sentirnos amados por el Señor por cómo somos.
Al final de su catequesis, Francisco saludó a algunos de los cardenales que han venido de todo el mundo para despedirse de Benedicto XVI.
Rodrigo Moreno Quicios
