El baldaquino sobre el altar mayor de la Basílica de San Pedro y la columnata de la plaza, son dos de las obras más famosas de Gian Lorenzo Bernini.
Aunque esta no es tan conocida, el busto del Papa Urbano VIII es una de las piezas más icónicas expuestas en el Palazzo Barberini.
MICHELE DI MONTE
Galerías Nacionales Barberini
Estos tres bustos de alguna manera, hablan sobre un desafío de Gian Lorenzo Bernini, el de afrontar la difícil tarea de realizar un retrato de Su Santidad.
El nombre del Papa Urbano VIII era Maffeo Barberini. Su familia fue un gran patrocinador de Bernini y su arte. Le encargaron la creación de numerosas obras por toda Roma. .
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Fue un gran promotor suyo, y Bernini fue su artista preferido. El mismo Papa le dijo a Bernini que él estaba hecho para Roma y que Roma estaba hecha para él.
La singularidad de la relación benefició a ambas partes: Bernini, a su vez, contó con la financiación y apoyo necesario para realizar sus trabajos y el Papa quedaría inmortalizado por uno de los mejores artistas del mundo.
Fue en el hogar de la familia Barberini, donde Bermini dio a conocer más su trabajo.
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Aquí es donde comenzó a trabajar. Asumió la dirección de la basílica de San Pedro cuando aún era joven, tras la muerte de Maderno en 1629. Desde aquel momento, se convirtió en el artista de referencia de la familia Barberini, una de las más influyentes de la ciudad, que en aquel momento, era casi como una corte real.
Gracias a esta relación entre el Papa y el artista, el nombre de Bernini se hizo un hueco más grande entre todos los artistas de la historia.
KG
TRANS: SA