Francisco entró en el aula Pablo VI con bastón en vez de silla de ruedas. Su catequesis semanal giró en torno a su viaje a Canadá. Explicó a los asistentes al Aula Pablo VI el recorrido de memoria, reconciliación y curación que compartió con las comunidades indígenas. No ahorró críticas sobre el papel que jugó la Iglesia con las escuelas residenciales.
FRANCISCO
Algunos hombres y mujeres de la Iglesia han estado entre los más decisivos y valientes promotores de la dignidad de la población autóctona, asumiendo su defensa y contribuyendo a la difusión de su lengua y cultura. Pero, por otro lado, lamentablemente no han faltado cristianos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos que han participado en proyectos que hoy entendemos como inaceptables y también contrarios al Evangelio. Es por esto que fui a pedir perdón en nombre de la Iglesia.
Francisco explicó que su peregrinaje tuvo tres etapas. Primero a Edmonton, en la parte occidental del país. Después a Quebec, en la parte oriental. Y una tercera en Iqaluit, el norte del país, a escasos kilómetros del Círculo Polar.
FRANCISCO
Juntos hemos hecho memoria. La memoria buena de la historia milenaria de estos pueblos en armonía con su tierra. Esta es una de las cosas más bonitas de los pueblos originarios, la armonía con la tierra. Jamás maltratan la Creación. En armonía con la tierra. Y también hemos recuperado la memoria dolorosa de las injusticias sufridas, también en las escuelas residenciales, a causa de las políticas de asimilación cultural.
Francisco habló de uno de los eventos principales del viaje, la bendición de lago Santa Ana en el día de la fiesta de san Joaquín y santa Ana. Dijo que el lago siempre ha sido un lugar familiar para Jesús, fuente de agua.
También subrayó la voluntad de la Santa Sede de promover las culturas originarias. Y ofrecerles un acompañamiento espiritual apropiado con atención a sus lenguas y costumbres. También criticó la colonización ideológica que amenaza la historia de los pueblos y su relación con la fe.
Por último habló de su encuentro final del viaje con comunidades indígenas. Dijo que sintió su dolor “como una bofetada”.
FRANCISCO
Sentí el dolor de esa gente como bofetadas. Ancianos que habían perdido a sus hijos y no sabían dónde están. Desaparecieron por esta política de asimilación. Fue un momento muy doloroso. Pero debemos dar la cara. Debemos dar la cara por nuestros errores y nuestros pecados.
Este mes de agosto el Papa retomará sus audiencias generales tras su descanso en julio. Aunque a juzgar por el intenso viaje que ha vivido en Canadá, no fue un mes especialmente tranquilo.
Rodrigo Moreno Quicios