Desde marzo, el Papa tiene serios problemas de rodilla y ha tenido que cancelar un viaje al Líbano y
otro a República Democrática del Congo y Sudán del Sur.
FRANCISCO
El médico me dijo que no caminara. A mí me gusta andar, pero esta vez debo obedecerle.
Sin embargo, sí que a pesar del dolor viajará a Canadá.
¿Por qué es tan importante este viaje, y por qué no quiere retrasarlo?
Pues porque va a contribuir a la reconciliación con los pueblos indígenas canadienses y a sanar la
herida que los separa de la Iglesia católica.
Es una historia muy triste.
GERALD ANTOINE
Jefe Regional de los Territorios del Noroeste
Estamos aquí en este momento realmente divino para permitir que los mensajeros sean las voces de
nuestro pueblo, que las cosas que nos sucedieron, nunca deberían haber ocurrido.
Desgraciadamente lo que ha ocurrido es una historia real. Y por eso estamos aquí para decirles la
verdad.
Desde finales el año 1883 y hasta 1996, el gobierno llevó a 150 mil niños indígenas a internados
para “re-educarlos” y que asimilaran la cultura europea, teóricamente cristiana.
Los internados estaban gestionados por instituciones religiosas que ya trabajaban entre indígenas.
Por ejemplo, de anglicanos, de protestantes, o de católicos que se ocuparon del 46% de estas
escuelas.
Según los relatos, representantes del gobierno llegaban a los asentamientos para llevarse a los niños
de 3 años, incluso sin el consentimiento de sus padres. Estaban en un internado hasta los 16.
Allí les quitaban sus vestidos tradicionales, les cortaban el pelo y tenían prohibido hablar sus
idiomas o vivir sus costumbres. A veces sustituían sus nombres por un número.
Canadá no tenía fondos para mantenerlas, y los alumnos estaban malnutridos y se ocupaban de
tareas de mantenimiento, limpieza, lavandería y agricultura. Vivían hacinados, lo que facilitó el
contagio de enfermedades como la tuberculosis, la gripe o la neumonía.
Se calcula que 4.100 niños fallecieron, y que, para limitar los gastos, fueron enterrados sin lápida en
las inmediaciones de la escuela, a menudo sin informar a sus padres.
Los que regresaban a casa, no sabían el idioma de su pueblo, no reconocían a sus familias. E incluso
sus padres los miraban como extraños. Perdieron su familia, su lengua y sus tradiciones. Muchos
cayeron víctimas del alcohol o de adicciones.
Los obispos canadienses reconocieron que “el mayor abuso no es lo que ocurrió en esas escuelas,
sino la existencia misma de ellas” y convencieron al Papa Francisco de que era imprescindible un
gesto.
MONS. RICHARD GAGNON
Presidente, Conferencia Episcopal de Canadá
“Pedirle al Santo Padre que se disculpe tiene un fuerte aspecto simbólico, porque al fin y al cabo representa a toda la fe católica. A diferencia de las diócesis que tenían vínculos específicos con escuelas residenciales e hicieron algún tipo de acuerdo con el gobierno federal". Para preparar la visita mantuvo en abril largos encuentros con representantes de las tres grandes comunidades nativas de Canadá.
FRANCISCO
Le pido perdón a Dios por aquella deplorable conducta de miembros de la Iglesia. Y os lo digo con todo el corazón: me duele mucho. Y me uno a mis hermanos, los obispos canadienses, en pediros disculpas.
FRANCISCO
Me haría muy feliz reunirme otra vez con vosotros, visitando vuestro territorio, donde vivís con vuestras familias. ¡Pero no iré en invierno! Nos veremos otra vez en Canadá, donde podré expresaros mejor mi cercanía. Os lo aseguro.
Algunos líderes dijeron que, como gesto de confianza, se habían dirigido al Papa con el nombre indígena “Pluma Blanca”. Y le regalaron una cuna como las que las madres indígenas cargan en sus espaldas, que simboliza el compromiso de cuidar de estas personas.
MANDY GULL-MASTY
Gran Jefe de la Primera Nación Cree
Siento que el Papa y la Iglesia han expresado su preocupación y su intención de trabajar por la reconciliación, compartió la vergüenza y el dolor que la Iglesia siente por la historia de las tumbas sin nombre. Días antes de partir, ha adelantado el mensaje que llevará en Canadá, que transmitirá con gestos, pero sobre todo con palabras.
FRANCISCO
Y ahora me preparo para realizar una peregrinación penitencial que, espero, con la gracia de Dios, pueda contribuir al camino de curación y reconciliación que ya se ha emprendido.
Para un jesuita como Francisco, el viaje a Canadá tiene otro significado. A lo largo de la historia, decenas de miles de misioneros católicos llevaron el cristianismo a los pueblos más lejanos. La fuerza del cristianismo es que puede encarnarse en todas las culturas, no sólo en la occidental.
Ahora, oír del Papa que lo ocurrido en estos internados no era un modo cristiano de comportarse no cambiará el pasado, pero es un paso importante para caminar de un modo nuevo hacia el futuro.
Por eso, el lema del viaje es “Walking Together”, “Caminar Juntos”.
