El Vaticano quiere controlar mejor sus inversiones para evitar que su dinero vaya a parar proyectos no vayan acorde a la doctrina social de la Iglesia.
Por ejemplo, se restringen las prácticas especulativas y se especifica que está prohibido invertir en industria armamentística. Tampoco se podrá invertir en ámbito sanitario que no sea provida.
También se desaconseja invertir en sectores como el petróleo, bebidas alcohólicas, energía nuclear o minería.
El objetivo es que el dinero de la Santa Sede se gestione de forma ética y generar ingresos que ayuden a sostener la actividad del Papa y de los dicasterios. La Administración del Patrimonio Apostólico será el encargado de supervisar cómo los departamentos del Vaticano administran su dinero y evitar escándalos como el de Londres, donde una inversión especulativa inmobiliaria generó estupor y graves pérdidas a la Santa Sede.
Esta nueva política entrará en vigor a partir del 1 de septiembre y tendrá un período de prueba de 5 años.
JRB