Hace justo un año, el Papa Francisco ingresaba en el hospital Gemelli de Roma para someterse a una cirugía intestinal programada.
La intervención, debida a una diverticulitis, duró seis horas y se le extirpó parte del colon.
El Papa pareció recuperarse bien de la operación, aunque semanas más tarde se ausentó de la celebración de la misa con motivo de la Jornada Mundial de los Mayores porque continuaba su convalecencia.
En una reciente entrevista, el Papa Francisco ha negado que, como se rumoreaba, la operación del pasado verano se debiera a un cáncer.
Y aunque el episodio se da por cerrado, el Papa sí ha tenido que hacer frente en los últimos meses a un fuerte dolor en su rodilla derecha que ha afectado a su movilidad.
PAPA FRANCISCO
Tengo un problema en la pierna derecha, se me ha inflamado un ligamento en la rodilla.
Aunque el año pasado viajó a Budapest y visitó Eslovaquia, Chipre y Grecia, en su último viaje internacional a Malta utilizó un elevador para subir al avión.
Desde entonces el Papa ha usado una silla de ruedas o un bastón en sus desplazamientos.
En la entrevista ha explicado que se está sometiendo a una terapia con láser y campos magnéticos, pero no quiere volver a pasar por el quirófano ya que dice que la anestesia general del año pasado tuvo efectos secundarios negativos.
Lo que el Papa Francisco ha querido dejar claro es que no tiene previsto renunciar al pontificado, aunque barajaría esa posibilidad si sus problemas de salud llegaran a incapacitarle para guiar a la Iglesia.