Este domingo fue la fiesta de la Divina Misericordia y se celebró una misa en la Basílica de San Pedro. Fue presidida por Rino Fisichella, Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización.
El Papa no presidió la misa, pero estuvo presente y predicó la homilía.
FRANCISCO
Y preguntémonos: yo, aquí donde vivo, yo en la familia, yo en el trabajo, en mi comunidad, ¿promuevo la comunión, soy artífice de reconciliación? ¿Me comprometo a calmar los conflictos, a llevar perdón donde hay odio, paz donde hay rencor? ¿O yo caigo en el mundo de las habladurías que siempre mata? Jesús busca que seamos ante el mundo testigos de estas palabras suyas:¡La paz esté con ustedes!He recibido la paz, la doy a otro.
Esta fiesta que instituyó Juan Pablo II es muy importante para la Iglesia.
Al día siguiente, el Papa se reunió con los misioneros de la Divina Misericordia.
Reconoció que quería encontrarse con ellos y recordó que están aumentando en número.
En este encuentro, el Papa ha querido hablar sobre la figura de Rut,la mujer moabita que, a pesar de ir a una tierra extranjera, entró de lleno en la historia de la salvación.
Rut dependía de otros para todo, y en el pueblo, estaba marginada por el simple hecho de ser moabita.
Con la historia de Rut el Papa quiere mostrar que Dios no abandona a los que confían en él.
FRANCISCO
A través de esta figura, también nosotros estamos invitados a captar la presencia de Dios en la vida de las personas. El camino que se experimenta es a menudo arduo, difícil, a veces incluso lleno de tristeza; pero Dios emprende este camino para revelar su amor. Nos corresponde, con nuestro ministerio, dar voz a Dios -esto es importante: los Misioneros de la Misericordia damos voz a Dios- y mostrar el rostro de su misericordia.
Antes de terminar el encuentro, el Papa recordó a dos grandes confesores que conoció en su anterior diócesis.
Les dio la bendición y rezará por ellos, para que todo el trabajo tenga sus frutos. Y pidió que rezarán por él.
SO