Universidad católica acoge 80 refugiados y ofrece 300 becas a estudiantes ucranianos

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19/04/2022
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Esta es la Universidad Nicolás de Cusa en Roma. Normalmente la gente viene aquí a estudiar, pero actualmente está llena de niños jugando. Vienen de Ucrania.

STEFANO RANUCCI
Vicepresidente Consejo Admón, Unicusano
Tenemos, entre adultos y niños, unas ochenta personas viviendo con nosotros. Hemos adaptado un aula para que sea una sala de juegos como esta. También hemos asignado aulas para que los chicos en edad escolar continúen sus estudios. E intentamos insertar a alguno en el mundo laboral.

A los pocos días de comenzar la guerra, la universidad destinó un millón de euros para enviar material a Ucrania y a habilitar su sede para la acogida. invirtió otro millón en 300 becas de estudio para ucranianos que quieran continuar o comenzar la universidad. Las donaciones siguen abiertas en su página web.

Para la acogida han contado con la ayuda de la Basílica de Santa Sofía en Roma. Es el lugar de referencia para los católicos ucranianos en la ciudad, está muy cerca del campus y ellos les derivan las personas de las que no pueden hacerse cargo.

Una de ellas es Alona. Tiene 28 años, pero ya es la segunda vez que deja su hogar. En su momento huyó del Donbás a Kiev. Ahora, de Kiev a Roma. Tiene miedo de tener que hacer las maletas una tercera vez.

ALONA
Ha sido muy difícil, pero ya estaba preparada. No puedo creer que sea la segunda vez que me sucede. No entiendo por qué está pasando esto, ya sucedió antes y tengo miedo de que ocurra otra vez.

No hay chicos a partir de cierta edad entre los refugiados porque los varones entre 18 y 60 años tienen prohibido salir de Ucrania. Natalia y sus dos hijos pequeños sí pudieron escapar, pero dejaron allí a su familia. 

NATALIA

Quiero volver porque tengo allí a mis padres y familiares. Espero volver a la normalidad. Yo al trabajo, mis hijos al colegio, a su ambiente, para poder jugar con sus amigos. Tenemos muchas ganas de volver pero mientras tanto estamos estudiando italiano porque no se sabe cómo acabará esto.

Está contenta de ver seguros a sus hijos y está trabajando en la cocina de la universidad para aprender italiano.

Natalia agradece mucho la ayuda de la universidad, unos recursos que sus responsables no dudaron en destinar a quienes sufren la guerra.

STEFANO RANUCCI
Vicepresidente Consejo Admón, Unicusano
Creo que la maquinara de socorro humanitario tiene que ponerse en marcha obligatoriamente cuando suceden estas situaciones. En este siglo es absolutamente insensato tener que hablar de guerra.

No se sabe qué pasará con estas familias. Si volverán a Ucrania o si iniciarán una nueva vida en Italia para acabar quedándose. Pero de lo que pueden estar seguros es de que por el camino contarán con ayuda.

RM

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