Durante semanas, el Papa ha estado sufriendo de dolores en la rodilla, aún así, recorrió la larga nave de la Basílica de San Pedro en silencio para dar comienzo a la celebración de la Pasión del Señor.
Aunque en años anteriores el Papa se tumbaba en el suelo ante el altar, esta vez estuvo de pie para tener un momento de contemplación.
Como es habitual, la homilía de la Liturgia de la Palabra la leyó el Predicador de la Casa Pontificia, el cardenal Raniero Cantalamessa, que consideró la Resurrección de Jesús como el antídoto contra la desesperanza que se sufre en el mundo actual.
RANIERO CANTALAMESSA
Predicador de la Casa Pontificia
Se dice: 'hay demasiada injusticia, demasiado sufrimiento en el mundo, para creer en Dios'. Es cierto, pero pensemos por un momento lo absurdo y desesperante que se vuelve el mal que nos rodea sin la fe, en un triunfo final de la verdad y del bien.
La liturgia siguió con la Adoración de la Cruz, y un diácono llevó la cruz descubierta al altar. Antes de la pandemia, los participantes la besaban uno a uno, pero este año sólo la besó el Papa.
Después los participantes dieron la comunión, con hostias consagradas del día anterior, antes de que el Papa saliera en procesión de la basílica para ir a la celebración del Vía Crucis.
JM
