El Papa siempre ha prestado especial atención a los ancianos, sobre todo a los que viven solos y son víctimas de lo que él llama la cultura del descarte.
FRANCISCO
“Los ancianos son vistos a menudo como “un peso”. En la dramática primera fase de la pandemia fueron ellos los que pagaron el precio más alto. Ya eran la parte más débil y descuidada: no los mirábamos demasiado en vida, ni siquiera los vimos morir”.
Pero el Papa no pierde de vista las maneras tan únicas en que los ancianos, con sus experiencias vitales, pueden hacer del mundo un lugar mejor.
FRANCISCO
'¿Cuál es nuestra vocación hoy, a nuestra edad? Conservar las raíces, transmitir la fe a los jóvenes y cuidar de los más pequeños. No olvides esto”.
Para el Papa, la vejez no inhabilita a una persona para vivir plenamente ni para ser testigo de la fe cristiana.
FRANCISCO
'No importa la edad que tengas, si sigues trabajando o no, si estás solo o tienes familia, si te convertiste en abuelo o abuela a una edad temprana o más tarde, si sigues siendo independiente o necesitas ayuda. Porque no hay edad para jubilarse del trabajo de anunciar el Evangelio y transmitir las tradiciones a tus nietos”.
El diálogo intergeneracional es otra parte fundamental de la visión del Papa para los ancianos.
FRANCISCO
“Hoy quiero decirles que los ancianos son también el presente y el futuro de la Iglesia. Sí, también son el futuro de una Iglesia que, junto con los jóvenes, profetiza y sueña”.
El Papa llegó a instituir la Jornada Mundial de los Mayores, que se celebra cada cuarto domingo de julio. Es su manera de recordar a jóvenes y mayores que los ancianos son parte esencial de la construcción, 'en fraternidad y amistad social, del mundo del mañana'.
CT
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