La Fontana di Trevi es uno de los monumentos más reconocibles de la ciudad de Roma, pero su estilo barroco esconde una historia de más de veinte siglos.
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'El acueducto que lleva el agua a la Fontana de Trevi se llama Acueducto Virgine. Lo construyó el Cónsul de Agrippa en el año 19 AC y es el único acueducto romano (eran 11) que sigue funcionando'.
Con 20 metros de ancho y 49 de alto, cubre por completo la fachada trasera del Palazzo Poli. Ningún turista se resiste a fotografiar la estatua central, de 5,8 metros, o las cuatro más pequeñas, de 1735.
La Fontana actual fue un proyecto iniciado en 1732 para reformar una fuente ya existente, como se pueden ver en grabados de la época.
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'Es complicado porque, obviamente, muchos arquitectos y muchos escultores trabajaron en la Fontana di Trevi. Hablamos de 31 años y medio de construcción, es imposible escoger un nombre, pero quien proyectó la Fontana di Trevi que conocemos hoy se llamaba Nicola Salvi'.
Un gran proyecto que ni el Papa Clemente XII ni Salvi pudieron ver concluido porque ambos fallecieron antes de su inauguración en 1762.
El nombre de la Fontana puede estar relacionado con el acueducto, pero también con ser un cruce de tres calles, en italiano “tre vie”.
La Fontana di Trevi no solo tiene interés artístico para los visitantes, también es el lugar de una famosa tradición. Quien quiera regresar a Roma, debe lanzar de espaldas una moneda a la fuente. Pero existe otra tradición menos conocida.
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'Hay otra leyenda, más interesante, más divertida. Si un novio viene aquí con su novia y le da a beber un poco del agua de la fuente directamente con un vaso de cristal, si ella bebe y luego rompe el vaso, será amor para siempre'.
La fuente está también repleta de leyendas, como la que rodea a este As de copas. Los romanos cuentan que un barbero de la plaza criticaba al arquitecto, que decidió hacer algo al respecto.
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'Se quejaba y decía que Nicola Salvi no le gustaba, que trabajaba mal, que no le gustaba el proyecto. Hasta que Nicola Salvi, un poco historia, un poco leyenda, le construye ese As de copas, ese vaso grande para taparle la vista a la fuente al peluquero, al barbero de la época'.
Un símbolo de la ciudad de Roma conocido en el mundo entero pero que, después de veinte siglos, sigue escondiendo multitud de misterios para sus visitantes.
BGA