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Hermanas y hermanos,
Ayer la Conferencia Episcopal y la Conferencia de las Religiosas y Religiosos franceses han recibido el informe de la Comisión Independiente sobre los Abusos Sexuales en la Iglesia, encargada de evaluar la magnitud del fenómeno de las agresiones y de las violencias sexuales a menores que hubo desde 1950 en adelante.
Los números, desgraciadamente, son considerables. Quiero transmitir a las víctimas mi tristeza y dolor por el trauma que han sufrido. Y también mi vergüenza, nuestra vergüenza, mi vergüenza por la incapacidad de la Iglesia durante demasiado tiempo para ponerlos en el centro de sus preocupaciones. Les aseguro mis oraciones
Rezo y recemos todos juntos: a Ti, Señor, la gloria, a nosotros la vergüenza. Este es el momento de la vergüenza. Animo a los obispos, y a vosotros, queridos hermanos que habéis venido aquí a compartir este momento...
Animo a los obispos, superiores y religiosos, a continuar realizando todos los esfuerzos para que dramas similares no se repitan.
Envío a los sacerdotes de Francia mi cercanía y mi apoyo paternal ante esta prueba, que es dura pero saludable, e invito a los católicos franceses a asumir sus responsabilidades para que la Iglesia sea un hogar seguro para todos. Gracias