'Dedico al pueblo etíope mi más cordial y afectuoso saludo, de modo particular a los que sufren por el conflicto en curso y por la grave situación humanitaria causada por él'.
No es el primer llamamiento a la paz que hace el Papa Francisco en Etiopía, un país en perenne crisis humanitaria por guerra y hambre.
“Por la noche no puedo dormir y luego me paso todo el día pensando cómo alimentar a mis hijos. No paro de pensar en cómo cuidar de ellos”.
“Hemos pasado todo el trayecto bajo un sol abrasador y la sed que se siente es horrible. Tuvimos que beber agua de charcos, lo que nos hizo enfermar”.
Se calcula que hay más de 5 millones de refugiados que huyen del atroz conflicto desatado a finales de 2020 entre gobierno y el llamado Frente Popular para la Liberación de Tigray, en el norte del país. Muchos de los danmificados buscan refugio en la vecina Sudán.
Según el Programa Mundial de Alimentos, solo en esa región 7 millones personas necesitan urgententemente comida y desde mediados de julio las ayudas recibidas no han cubierto ni el 10% de las necesidades. Se amenaza con superar la gran hambruna del 2011 en el Cuerno de África.
“No nos queda nada en los almacenes de alimentos. Lo que teníamos o ya lo distribuimos o lo estamos distribuyendo”.
El actual conflicto armado en Etiopía es el último de una larga lista de guerras que hubo en la región. El primer ministro Abiy Ahmed fue premiado con el Nobel de la Paz en 2019 por la pacificación con Eritrea, con el que Etiopía estaba en guerra desde finales de los años 90.
Sin embargo esta paz duró poco porque generó el descontento de sectores del norte de Etiopía, concretamente de la región del Tigray. A lo largo del último año la intensidad de los conflictos ha sido atroz y las organizaciones humanitarias tienen dificultades para trabajar. En julio, tres integrantes de Médicos Sin Fronteras fueron asesinados.
Javier Romero
