El sacerdote que pidió ser enviado al peor lugar del mundo

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25/07/2021
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Las Aldeas Mundiales para Niños dirigidas por las Hermanas de la Caridad se pueden encontrar en Brasil, Guatemala, Honduras, México, Filipinas o Tanzania.

Su historia comenzó en 1957, cuando un sacerdote de 27 años de Washington D.C. pidió que le enviaran al peor lugar del mundo. En ese momento, era Corea, donde la Guerra Civil había dejado a innumerables niños solos en las calles.

KEVIN WELLS
Autor, “Priest and Beggar”
“Este sacerdote empezó a construir orfanatos, aldeas para niños. Dirigía hospitales para tuberculosos, para leprosos, para huérfanos. Construyó escuelas primarias en los barrios marginales. Cambió el panorama de Corea y llevó la fe católica a personas cuyas vidas habían sido devastadas. Y luego hizo lo mismo en Filipinas”.

Pero no se detuvo ahí. Ni siquiera la esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad incurable que afecta a las células nerviosas del cerebro y provoca la pérdida del control muscular, pudo impedirle atender a algunas de las comunidades más marginadas del mundo.

Hacia el final de su vida estuvo en México, donde las Hermanas de María, la orden de monjas que fundó, continúan llevando a cabo hoy su misión.

KEVIN WELLS
Autor, “Priest and Beggar”
“Estas hermanas son intrépidas, como su fundador. Se acercan a estas niñas y niños y les dicen: 'Ven con nosotras a las aldeas para niños. Entonces, después de cinco años de catequesis, educación, comida, dándoles todo lo que una madre le da a un niño que lucha y sufre, se marchan a los 18 años y se convierten en ingenieros, arquitectos, sacerdotes o monjas”.

Le inspiró tanto la vida de Aloysius Schwartz, que Kevin Wells escribió su biografía de. Se titula “Priest and Beggar” (“Sacerdote y mendigo”), y cuenta todo lo que hizo este sacerdote que podría convertirse en el primer santo de Washington D.C.

KEVIN WELLS
Autor, “Priest and Beggar”
“En 2015, el Papa lo declaró Venerable, así que a este punto sólo hace falta demostrar un milagro realizado por su intercesión para que pueda ser beatificado. Ojalá esta biografía sirva para eso, quizá para pedir la curación de enfermedades como el ELA. No existe un patrón de la enfermedad de Lou Gehrig. Debería ser Aloysius Scharwtz”.

Aloysius Schwartz no dejó que nada le impidiera servir a los más pobres entre los pobres. Con su abnegación, abrió un camino de caridad que todavía siguen muchos en la actualidad.

CT/AFM

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