En 1614, justo en esta habitación murió San Camilo, fundador de la Orden de Clérigos Regulares Ministros de los Enfermos, mejor conocidos como Camilianos.
Años más tarde, la habitación del santo fue transformada en una capilla, también llamada “cubiculum”. Aquí se resguarda la reliquia del corazón del santo que entregó su vida para atender a los enfermos.
GIANFRANCO LUNARDON
Religioso Camiliano
“Se suele decir que cuando una persona es buena tiene un gran corazón, y cuando una persona es mala se dice que no tiene corazón. Aquí guardamos el corazón de San Camilo. Para nosotros representa confrontarse con todo lo que el corazón de San Camilo latió y con todo lo que su corazón amó, es una gran síntesis de nuestra vocación”.
En los laterales se presentan dos lienzos. El más impactante es este, que representa a San Camilo, que solía vestir de manera muy sencilla, revestido con ornamentos solemnes para recibir su última comunión.
GIANFRANCO LUNARDON
Religioso Camiliano
“Vemos a esa antigua figura del cardenal protector llevando la comunión a San Camilo que entraba en agonía. Esta es su última Comunión, la que el Catecismo nos recuerda como el 'viático', el pan que la Iglesia nos da, el Cuerpo de Cristo, que nos acompañará en el gran viaje.”
La habitación de San Camilo ha sido testigo de innumerables episodios de la vida de la orden en Roma. Y no solo de la espiritualidad masculina...
GIANFRANCO LUNARDON
Religioso Camiliano
“En esta habitación, Santa Giuseppina Vallini, fundadora de las hijas de San Camilo, canonizada por el Papa Francisco, recibió, de manos del beato Luigi Tezza, el símbolo de la orden, la cruz roja. Se puede decir que aquí hay un corazón que sigue latiendo, que sigue generando vida”.
Al lado del “cubiculum” se resguardan otras reliquias de San Camilo; son testimonios materiales de su carisma que, a más de 400 años de su muerte, sigue cambiando la vida de millones de enfermos.
Daniel Díaz Vizzi
MG