“Human Life” es un documental que cuenta historias como las de Jonas.
Tenía 26 años cuando recibió una descarga de 13,800 voltios que lo dejó sin brazos.
Después de dos meses sumido en la más profunda tristeza dice que Dios le dio lo que él llama “un tirón de orejas”. Le recordó que en el momento del accidente, el mismo Jonas le había pedido no morir.
JONAS
'Ese día que estaba triste, que estaba deprimido, Dios me dijo: 'Ese día me pediste una segunda oportunidad y te la di. ¿No estás vivo? Así que deja de quejarte y vive. Disfrútalo'. Y ese día esas palabras entraron en mi corazón”.
En el documental también están las historias de un pintor tetrapléjico y de una sobreviviente del Holocausto. Pero no son las únicas.
Todas tienen algo en común: que sus personajes no se dejaron vencer por el dolor.
“Human Life” es un canto a la vida. Su director quiere hacer llegar el mensaje de que la existencia merece la pena. Como ejemplo personal habla de los gemelos que perdió por un aborto espontáneo. Para él y su mujer, estos bebés, aunque no llegaran a nacer, les cambiaron la vida para siempre.
GUSTAVO BRINHOLI
“Yo creo que cuando una persona tiene la experiencia de la belleza de la vida se vuelve imposible abortar. FLASH Nosotros sentimos cómo nuestros hijos nos daban vida, una vida diferente. Su existencia era ya una cosa importante para nosotros. Ya habían cambiado nuestras vidas. Y esto es muy grande”.
De entre todas las historias que Gustavo cuenta en el documental destaca la iniciativa de Tonio Tavares. Este brasileño acoge a niños discapacitados que han sido abandonados o que van a ser abortados.
GUSTAVO BRINHOLI
Director de “Human Life”
“Está muy bien hacer todos los discursos pero él lo hace. Hace un mes supo que una madre quería abortar. Tomó un avión, fue hasta la casa de esta señora y se ofreció a adoptar al niño. Y así fue”.
Por eso Human Life es un mosaico donde se mezclan historias de superación, de generosidad y de sacrificio. Un proyecto que pretende mostrar cómo las desgracias se pueden superar y que el sufrimiento no tiene la última palabra.
Javier Romero
