“El Papa da esperanza... al mirarle a los ojos, y su sonrisa. Te daba mucha esperanza en que todo va a salir bien”, dijeron tras el encuentro.
Esta familia de EE.UU. llevaba más de 500 días sin abrazarse a causa de la pandemia. Su hijo estaba en Roma y desde que estalló la emergencia sanitaria tuvieron que vivir separados.
La reunión familiar terminó en San Pedro, donde pudieron saludar al Papa. Incluso le pudieron dar un regalo...
MICHAEL BUTORAC
“Durante la pandemia hice un CD de música. Es sobre Israel y la Tierra Prometida. Se lo di al Papa. Lo miro con interés y me preguntó: ¿Es para mí? Y le dije. Sí. Y se lo guardó. Fue espectacular”.
THERESA BUTORAC
“El Papa da esperanza... al mirarle a los ojos, y su sonrisa. Te daba mucha esperanza en que todo va a salir bien”.
MOUNTAIN BUTORAC
“Fue precioso poder traer a mis padres a ver al Papa después de no poder verlos por casi 500 días”.
Aunque hubo muchas otras personas que pudieron saludar al Papa de cerca.
Una de ellas fue Lidia Maksymowicz, que tenía 3 años cuando la deportaron a Auschwitz. Llevaba consigo el pañuelo de superviviente del Holocausto.
Francisco le besó con respeto el número de prisionera que llevaba tatuado en el brazo. Fue el momento más emotivo del encuentro.
Justin McLellan / Javier Romero