Así era el Vía Crucis del Viernes Santo antes de la Pandemia del Covid19.
Y así es ahora.
Por segunda vez, una de las ceremonias más emotivas de la Semana Santa tuvo que celebrarse en una plaza de San Pedro vacía.
Solo participaron los autores de las reflexiones del Vía Crucis, que este año fueron niños y adolescentes de entre 8 y 19 años.
Los niños hablaron sobre sus dificultades al hilo de la Pasión de Jesús. Piden perdón por las pequeñas o grandes injusticias que cometen.
Y hablan de las situaciones que les hacen sufrir como el acoso escolar o la pérdida de los abuelos durante la pandemia.
Mi mejor amigo, a pesar de no gustarle el fútbol, vino al campo a apoyarme. Era la primera vez que venía a verme jugar, y por desgracia perdimos.
Francisco suele seguir estas celebraciones en silencio y recogimiento. Solo intervino al final de cada estación.
Por segundo año consecutivo, las multitudinarias ceremonias del Papa han sido sustituidas por eventos más sobrios como este para evitar contagios.
Pero sin embargo, quizá esa soledad transmite de un modo especial el mensaje del dolor y también de la esperanza en estos tiempos de pandemia.
