La paz y el silencio que reinan en el Monasterio de los Padres Pasionistas en Roma inspiraron los últimos años de vida de uno de místicos más reconocidos de la Iglesia, San Pablo de la Cruz.
En esta habitación vivió desde 1772 a 1775. A 300 años de su fundación, la Congregación de los Padres Pasionistas la resguarda como una autentica reliquia.
ALESSANDRO FOPPOLI
Sacerdote Pasionista
“En la habitación solo había una cama y algunos muebles, era muy sencilla y pobre. Al fundador no le gustaba tener grandes muebles o grandes bienes en su habitación. Con los años hemos, transformamos este espacio en una capilla y sólo recientemente ha sido restaurada con su piso original”.
La pieza principal de la habitación es este cuadro que retrata los últimos momentos de vida del fundador de los Pasionistas. Está representado con esta pesada soga que el santo solía utilizar como penitencia y que también se conserva en el mismo lugar, junto a otras reliquias.
Originalmente la habitación no solía tener paredes frisadas y pintadas. Incluso se dice que sus grandes dimensiones molestaban al santo.
ALESSANDRO FOPPOLI
Sacerdote Pasionista
'La habitación como la soñaba San Pablo de la Cruz era muy pequeña, la mitad de la mitad de esta. Incluso tenían que verse los bloques. La habitación tenía que estar llena de pobreza. Era el lugar en el que el religioso tenía que meditar la Pasión de Cristo”.
San Pablo de la Cruz vivió una profunda vida de penitencia. Recorrió a pié miles de kilómetros. Y ya mayor tenía problemas en las piernas que le dificultaban caminar.
Cruzando esta pequeña puerta se puede ver la silla en la que tenía que ser cargado en sus últimos días. Se conserva justo al lado del altar, dedicado a la Virgen María, en el que solía celebrar la Misa.
Su ejemplo de vida, de meditación y oración lo llevó a ser una de las figuras más estimadas de la época, que también puede dejar un aprendizaje en los tiempos actuales de pandemia.
ALESSANDRO FOPPOLI
Sacerdote Pasionista
'La gente se ha visto obligada a enfrentarse a miedos, realidades, incluso podemos decir que a 'fantasmas', a los que no estaban acostumbrados a pensar. Y San Pablo de la Cruz tuvo la gracia de poder ver a través de la meditación de la Pasión de Cristo cómo incluso las experiencias de prueba, las dificultades y el dolor son transformadas por el amor de Jesús'.
Palabras que se reflejan en uno de los pocos cuadros que pertenecieron a San Pablo de la Cruz, este Niño Jesús acostado sobre una Cruz, un símbolo de dolor pero también de esperanza.
Daniel Díaz Vizzi