La ceremonia por los 500 años de la evangelización de Filipinas comenzó con esta procesión.
Muchos iban vestidos con ropajes tradicionales y dos de ellos llevaban la Cruz de Magallanes y el Santo Niño de Cebú. Se movían al son de la canción de acción de gracias “Bato balani sa gugma”.
Francisco iba con la vestimenta rosa, el color litúrgico de este domingo de Cuaresma. Simboliza la esperanza pues recuerda que tras el dolor vendrá la alegría.
En su homilía, Francisco destacó la capacidad de evangelizar de las mujeres filipinas.
FRANCISCO
Muchas veces he dicho que aquí en Roma las mujeres filipinas son “contrabandistas” de fe. Porque allá donde trabajan, trabajan, pero siembran la fe. Esta es, perdonad la expresión, una 'enfermedad genética', pero es una hermosa enfermedad. Conservadla.
Francisco reflexionó sobre el amor incondicional de Dios. Dijo que la Iglesia debe seguir sus pasos e imitarlo.
FRANCISCO
Si Dios ama hasta el punto de darse a sí mismo, también la Iglesia tiene esta misión: no ha sido enviada a juzgar sino a acoger; no a imponer sino a sembrar. La Iglesia está llamada no a condenar sino a llevar a Cristo que es la salvación.
Al terminar la ceremonia, el cardenal Luis Antonio Tagle se emocionó mientras agradecía al Papa la posibilidad de celebrar esta misa. Recordó que actualmente hay 10 millones de filipinos emigrados por motivos lavorales.
CARD. LUIS ANTONIO TAGLE
“Cuando llegan los momentos de soledad, nosotros migrantes filipinos encontramos la fuerza en Jesús”.
En la ceremonia pudieron participar menos de 200 personas a causa de las medidas anticovid aunque eso no hizo perder a la jornada su aire festivo.
Javier Romero