La segunda etapa del peregrinaje del Papa por las ciudades mártires de Irak fue Qaraqosh, que los cristianos llaman Baghdeda. Aquí está su comunidad más numerosa.
El encuentro del Papa con la comunidad cristiana de Qaraqosh fue en la iglesia de la Inmaculada. Ya fuera del recinto se podía palpar la gran emoción de los participantes.
Algunos de ellos llevaban sobre sus espaldas historias duras como las que algunos supervivientes de la guerra contaron al Papa. Las cámaras no apuntaron a sus rostros por seguridad, pero sus voces se escucharon de forma clara y nítida.
DOHA SABAH ABDALLAH
Esa mañana estábamos trabajando con las cosas que solíamos hacer a menudo y los niños estaban jugando ante nuestras casas. Escuché un golpe de mortero y salí corriendo. Las voces de los niños se apagaron mientras crecían los gritos de los adultos. Me dijeron que mi hijo y su primo fallecieron y también una joven vecina de casa que se estaba preparando para su matrimonio. La fe me dice que mis hijos están entre los brazos de Jesucristo, Nuestro Señor. Y nosotros, los que hemos sobrevivido, intentamos perdonar al agresor, porque nuestro maestro Jesús perdonó a sus verdugos.
El sacerdote Ammar Yako también le contó cómo fue tener que dejar corriendo la propia casa y escapar sin nada más que la propia vida.
P. AMMAR YAKO
Vicario General de la Archidiócesis de Mosul
Nos enfrentamos a una prueba muy difícil y dura. Vivir dispersos por las calles, plazas y parques públicos sin tener donde pasar la noche ni comida. Ahora no hay tiempo para explicar todo lo que vivimos en esos tres años de prófugos. Pero son tres años que no los consideramos “malditos”. Los consideramos años de bendición de parte de Dios.
Francisco escuchó con atención las palabras de sus interlocutores. Sus historias le impresionaron.
FRANCISCO
“Una cosa que dijo la señora Doha me ha conmovido. Dijo que el perdón es necesario de parte de quienes sobrevivieron a los ataques terroristas. Perdón. Esta es una palabra clave. El camino hacia una curación plena podrá ser todavía larga, pero os pido, por favor, no desanimaros”.
La iglesia de la Inmaculada, donde tuvo lugar este encuentro, había sido usada por fundamentalistas como campo de tiro. Se reconstruyó y se ha convertido en el edificio símbolo que muestra que resurgir es posible.
Sin embargo no reconstruyeron todo: la parte donde los terroristas disparaban a las imágenes de santos la dejaron igual. No la tocaron para que esos muros acribillados fueran el testimonio silencioso de lo que allí sucedió y como muestra de que los cristianos perdonan a sus agresores.
Durante el encuentro el patriarca de Antioquía de los Sirios quiso que quedase constancia de las entidades que estaban ayudando con la reconstrucción. Por eso citó al gobierno de Hungría, a los “Caballeros de Colón”, o a entidades como Ayuda a la Iglesia Necesitada, que concretamente ayudó a reconstruir esta iglesia.
Javier Romero
