El Papa reflexionó sobre la importancia de la liturgia. Alertó contra la tentación de “practicar un cristianismo intimista” donde las celebraciones públicas no tienen espacio. De hecho, lamentó que haya cristianos que resten importancia a la misa de los domingos, por ejemplo.
Dijo que es necesario “redescubrir la liturgia”, porque es alimento de la relación con Cristo. Sugirió reflexionar sobre esto teniendo muy presente que “la liturgia no es una 'oración espontánea', sino acción de la Iglesia, encuentro con Cristo mismo, que se hace presente con la fuerza del Espíritu Santo, a través de los signos sacramentales, para comunicarnos su gracia”.
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy consideramos el nexo entre la oración y la liturgia. El Catecismo de la Iglesia católica
nos explica que «la oración interioriza y asimila la liturgia durante y después de la misma». Incluso cuando la oración se vive “en lo secreto”, también ésta es oración de la Iglesia, que eleva a Dios su plegaria.
Como se sabe, a lo largo de la historia de la Iglesia ha estado presente la tentación de practicar un cristianismo intimista, es decir, una religiosidad que no reconocía a la liturgia, a los
ritos públicos, su importancia espiritual, hasta considerarla inútil y dañina. Esto llevó a que muchos fieles, participando incluso a la Misa dominical, le hayan quitado importancia, y hayan buscado alimento para su fe y su vida espiritual en fuentes devocionales y no en la liturgia.
Sin embargo, esto está cambiando.
La Constitución sobre la Liturgia del Vaticano II subrayó la importancia en la vida de los cristianos de la divina liturgia, que es acción de Cristo, que significa y realiza principalmente su misterio pascual. Por ello, no existe espiritualidad cristiana que no tenga como fuente la celebración de los divinos misterios, porque la liturgia no es una “oración espontánea”, sino acción de la Iglesia, encuentro con Cristo mismo, que se hace presente con la fuerza del Espíritu Santo, a través de los signos sacramentales, para comunicarnos su gracia. Un cristianismo sin liturgia es, por lo tanto, un cristianismo sin Cristo.
Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Pidamos al Señor que avive en nosotros
la necesidad de participar en los divinos misterios, donde Cristo está presente, y que a través de la oración, especialmente de la oración litúrgica, toda nuestra vida sea un culto agradable a Dios. Que el Señor los bendiga.
Javier Romero