El pesebre de la plaza de San Pedro de este año no es el clásico y, de hecho, entre algunos visitantes, ha suscitado cierta perplejidad.
“Parece algo un poco...”
“Frío”.
“Yo habría preferido un pesebre más tradicional. Este me parece un poco frío. En este clima de virus donde no nos podemos abrazar ni tocar, quizás un pesebre tradicional habría ayudado también a afrontar esta situación y a vivir mejor la Navidad”.
Pero hay quien aprecia que de vez en cuando se cambie de estilo...
“Para mí el pesebre es muy moderno, un poco particular... pero me gusta”.
“Es un pesebre un poco particular. Está lejos de los gustos a los que estamos acostumbrados pero, mirándolo bien... tiene su belleza”.
A otros gusta que incluya elementos modernos entre los personajes, como este astronauta.
Y hay uno que viene del espacio. Y uno puede decir: ¿Pero qué tiene que ver? Pero luego piensas... Claro, en el fondo es el mensaje de Jesús llega a todas partes.
La figura del astronauta no es una casualidad.
Las piezas de este pesebre tienen más de 50 años. Fueron realizadas entre los años 60 y 70, y coincidió con la llegada del hombre a la luna.
Sus autores eran alumnos de una escuela de arte en Téramo, Italia y quisieron incluir cuestiones de actualidad, para recordar que Jesús nació para personas de todas las épocas.
Cada año, el pesebre del Vaticano viene acompañado de la historia de su localidad de procedencia. La localidad de Téramo es famosa por su cerámica, que es difícil de moldear, y por eso las figuras tienen este estilo característico.
Que este pesebre se pueda ver en San Pedro es para ellos todo un orgullo, sobre todo porque se trata de una comunidad duramente golpeada por dos terremotos, uno en 2009 y otro en 2017.
Javier Romero
