Es tradición desde tiempos de Pablo VI, que en el tercer domingo de Adviento, los niños lleven el Niño Jesús de su pesebre a la plaza de San Pedro para que el Papa lo bendiga. Este año tampoco se falló a esta entrañable cita.
FRANCISCO
Este año sois pocos a causa de la pandemia, pero sé que muchos niños y jóvenes están en sus parroquias o en sus casas y nos siguen a través de los medios de comunicación. Saludo a cada uno y bendigo las estatuillas de Jesús que se colocarán en el pesebre, señal de esperanza y de alegría. En silencio hacemos la bendición de las figurillas de Jesús: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Francisco dijo que la llegada de Jesús es una noticia alegre, por lo que no puede haber cristianos tristes.
FRANCISCO
Pensad bien esto: ¿cómo me comporto? ¿Soy una persona alegre que sabe transmitir la alegría de ser cristiano o soy siempre como esos tristes, como dije antes, que parece que están en un funeral? Si no tengo la alegría de mi fe, no podré ser testigo y los otros dirán: 'Pero si la fe es así de triste es mejor no tenerla'.
El Papa dio la receta para tener esa alegría: no pensar en uno mismo e imitar en esto a santos como Juan el Bautista.
FRANCISCO
La alegría es esto. Orientar hacia Jesús. Y la alegría debe ser la característica de nuestra fe. También en los momentos oscuros, esa alegría interior de saber que el Señor está conmigo, que está con nosotros. Que el Señor ha resucitado. ¡El Señor! ¡El Señor, el Señor! Este es el centro de nuestra vida.
El Papa recomendó seguir el ejemplo de los santos, quienes no buscaron la fama personal sino llevar a las personas a Cristo.
Javier Romero