Todavía era oscuro cuando Francisco llegó a Piazza di Spagna para homenajear a la Inmaculada concepción.
El Papa bajó del Ford Focus azul en medio de la lluvia. Llevaba mascarilla y lo protegieron con un paraguas.
Algunos bomberos estaban esperándole. Cada año, ellos, a esa hora, colocan una corona de flores en la estatua de la Virgen. Esta vez les acompañó el Papa, que también llevó unas flores.
Luego, Francisco permaneció en silencio rezando durante unos instantes.
A continuación, el Papa se desplazó a otro punto de Roma, la basílica de Santa María la Mayor. Allí lo esperaba el cardenal arcipreste Stanisław Ryłko.
Francisco depositó otro ramo de flores, esta vez ante la Salus Populi Romani, patrona de la Ciudad Eterna,. Luego bajó a la cripta a celebrar misa en privado.
El Papa celebró con mucho recogimiento y rodeado de poquísimos colaboradores.
Luego regresó al Vaticano.
La idea de ir al alba fue para evitar aglomeraciones.
Aquí suele venir cada 8 de diciembre, y le acompañan miles de romanos. A pesar de que la pandemia ha obligado a cancelar este encuentro, Francisco no quiso faltar a su cita anual con la estatua que representa a la Madre de Jesús.
Javier Romero
