La basílica de San Pedro se visitó de gala para la creación de 13 nuevos cardenales... Aunque todo en la ceremonia evocaba también la pandemia.
Fueron admitidas muy pocas personas dentro de la basílica. Debían llevar mascarilla y respetar el distanciamiento social.
El cardenal maltés Mario Grech, saludó al Papa en nombre de los nuevos purpurados. En su discurso reflexionó sobre el papel de la Iglesia en el contexto de hoy.
CARD. MARIO GRECH
Sec. General del Sínodo de Obispos
“Las dramáticas circunstancias que la Iglesia y el mundo están atravesando nos desafían a ofrecer una lectura de la pandemia que ayude a todos y a cada uno a ver en esta tragedia también la oportunidad de repensar nuestros estilos de vida, nuestras relaciones, la organización de nuestra sociedad”.
Esta fue una de las grandes imágenes que dejó el consistorio.
Muchos cardenales que no pudieron viajar a Roma tuvieron que conectarse a través de Internet. Gracias a Zoom pudieron participar, aunque solo virtualmente.
Entre ellos, faltaban dos de los nuevos cardenales. Se trataba de Cornelius Sim, Vicario Apostólico de Brunei; y José Advincula, de Filipinas.
Francisco hizo una homilía breve pero muy franca. Recordó a los nuevos cardenales que a a partir de ahora recibirán el título de “eminencia”. Les avisó de que si se dejen llevar por este altisonante tratamiento, se apartarán del camino del servicio.
FRANCISCO
Así, por ejemplo, el rojo púrpura del hábito cardenalicio, que es el color de la sangre, se puede convertir, por el espíritu mundano, en el de una eminente distinción. Ya no serás el pastor que está cerca de la gente, porque te serás “la eminencia”. Cuando te sientas así, estarás fuera del camino.
Después comenzó el momento de la entrega de la birreta y el anillo cardenalicio a los nuevos purpurados. Uno a uno fueron desfilando los futuros cardenales como Wilton Gregory, el primer cardenal afroamericano de la historia.
O el más joven de todos, Antoine Kambanda, el primer cardenal de Ruanda.
Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, no pasó inadvertido porque prefirió no vestir el rojo sino mantener sus vestidos de capuchino.
El Papa le susurró algo tras la imposición de la birreta y el anillo.
Su nombramiento es honorífico, puesto que no podrá votar en ningún cónclave y no se le adjudicarán otros en cargos en la Curia.
Francisco bromeó con el cardenal Semeraro, a quien conoce desde hace años.
Pórtate bien.
La pandemia forzó otro cambio triste en la ceremonia y es que los nuevos purpurados no pudieron abrazar a los otros cardenales presentes en la ceremonia.
Javier Romero
