En 2017 unos 740.000 rohinyás fueron violentamente expulsados de Myanmar. Muchos huyeron al vecino Bangladés, donde siguen siendo un grupo étnico apátrida de mayoría musulmana.
La mayoría de estos desplazados son mujeres y niños. Llevan demasiado tiempo en campos de refugiados como este en Kutupalong, Bangladés.
Es una situación trágica que el Papa Francisco ha seguido de cerca desde antes de su visita papal a Myanmar y Bangladés en 2017. Allí se reunió con 16 refugiados rohinyás y abogó por sus derechos.
FRANCISCO
5 de diciembre, 2017
“Sigamos haciendo el bien con ellos, ayudándolos. Sigamos movilizándonos para que sus derechos sean reconocidos. No cerremos el corazón, no miremos hacia otra parte. La presencia de Dios también hoy se llama rohinyá”.
Más de tres años después, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), junto con la Unión Europea, EE.UU. y el Reino Unido, pide a la comunidad internacional y a los países de la región a que adopten medidas más enérgicas para ayudar a los cientos de miles de rohinyás desplazados, para que puedan regresar a sus hogares y obtener una ciudadanía.
CT