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El franciscano Martín Carbajo, profesor de la Pontificia Universidad Antonianum, ha salido al paso de algunos equívocos sobre la encíclica ‘Fratelli tutti’.
P. MARTÍN CARBAJO
Pontificia Universidad Antonianum
“La Iglesia habla para defender a la persona concreta, de carne y hueso. No de la persona idealizada. Las ideologías hablan del ser humano idealizado. Y cuando uno no responde, lo elimina. El marxismo, el comunismo han eliminado a millones de personas. El capitalismo las ha reducido a números. Porque lo que cuenta es el beneficio, nada más. La Iglesia se preocupa de la persona concreta y no se mete, en principio, en el sistema político”.
Martín Carbajo lo explicó durante un encuentro organizado por Rome Reports Premium, en el que también participó la responsable de la edición en español de ‘L’Osservatore Romano’.
SILVINA PÉREZ
Directora, Edición en español de L'Osservatore Romano
“Recuerdo las importantes evaluaciones de Juan Pablo II con respecto a la economía de mercado y con respecto al capitalismo. Cuando no se pone al hombre al centro del sistema económico. Creo que en esto la Iglesia es constante en su historia”.
Silvina Pérez subraya un gesto del Papa en Asís, una visita sorpresa antes de ir a la tumba de san Francisco.
SILVINA PÉREZ
Directora, Edición en español de L'Osservatore Romano
“Antes de llegar a lo del santo, el Papa ha tenido una gran parada en lo de ‘la santa’ y ha saludado a Chiara. Después fue a lo de Francesco. A propósito de alguna polémica instrumental con respecto al tema de las mujeres”.
Intervino Rafael Vázquez, encargado de Relaciones Interconfesionales y Diálogo Interreligioso de los obispos españoles. Recordó el papel del diálogo para resolver malentendidos.
RAFAEL VÁZQUEZ
Relaciones Interconfesionales y Diálogo Interreligioso CEE
“Las religiones, dice el Papa, construirán esta fraternidad universal si son capaces de tener una mirada del hermano, como Dios lo mira. Por encima de las diferencias -dice- siendo creyente o no creyente, Dios siempre ama al hombre”.
Precisamente, una de las grandes recetas del Papa en su última encíclica es la necesidad de abrir los brazos a todos, sin distinciones. Porque todos son hermanos.
AO
