Tras el incendio de Moria, les queda la nada. Dormir así, en la calle. Son miles de familias las que llevan días esperando un nuevo asentamiento.
Hay muchos niños, unos 4.000, que, en su corta existencia no han conocido una vida normal, solo la miseria.
Sucede en la Europa del siglo XXI.
“Hemos arriesgado nuestras vidas para llegar aquí. No sabíamos si moriríamos en el mar, pensamos que moriríamos. Atravesamos la frontera porque nos habían dicho que aquí se respetaban los derechos humanos, pero, la realidad es que nadie nos ha ayudado”.
“Puede ver nuestra situación. No tenemos un sitio, no hay ni siquiera un baño. No hay suficiente agua. No hay comida”.
Mientras tanto ACNUR está habilitando otro campo de refugiados para las personas más vulnerables.
ASTRID CASTELEIN
ACNUR
“¿Qué necesitan? Que tengan acceso al agua, a un baño, a una higiene adecuada. También a asistencia médica y a cuestiones de primera necesidad”.
La atención médica ahora mismo es fundamental porque también la pandemia de coronavirus amenaza la salud de todas estas personas. Si incluso están encontrando dificultades para obtener alimentos, es fácil imaginar que les es mucho más complicado conseguir mascarillas o mantener las adecuadas condiciones higiénicas.
El Papa Francisco no olvida su visita al ahora desaparecido campo de Moria. Por eso, al producirse el incendio, recordó que quien huye de las guerras o el hambre merece una acogida digna.
FRANCISCO
“Que se asegure una acogida humana y digna a los mujeres y hombres migrantes, a los refugiados y a quien busca asilo en Europa. Expreso mi solidaridad y cercanía a todas las víctimas de estas dramáticas experiencias”.
Algunos países han respondido a la catástrofe humanitaria de Moria. Alemania acogerá a 1.500 de estos refugiados. El resto de Europa, por el momento, ha dado la espalda a Grecia, país que, como puede, acoge a estos miles de seres humanos.